Los retos de Salvador Illa son ingentes después de tantos años de desgobierno. Todos los signos indican que su voluntad es afrontar las carencias de un país en el que todas las costuras han saltado.
Sin embargo, cabe señalar que su principal debilidad nace de la autosuficiencia de considerar que puede llevar a cabo un trabajo importante con un gobierno que sólo dispone de una minoría de diputados. Puede cometer el mismo error que el Ayuntamiento de Barcelona, a no ser que sea el prólogo inconfesado de la futura entrada de ERC. De esta manera, se haría más comestible un plato indigesto para muchos republicanos: dar el gobierno a los socialistas y después apoyarlos desde dentro y como minoría. Esto sería imposible de ligar con la bandera independentista, pero muy conveniente si lo importante es el balance del poder y la capacidad de mover puestos de trabajo y presupuesto.
Ley electoral catalana: una urgencia inaplazable
Dentro de los retos de Salvador Illa, uno de los más importantes es la creación de una ley electoral propia para Cataluña. Esta ley ha sido largamente esperada y su ausencia es una contradicción para un país que aspira a ser independiente. Cataluña es la única autonomía que no la tiene y se rige por la legislación del Estado de la transición. Lo ha intentado en varias ocasiones, pero no ha habido forma de que los partidos llegaran a ponerse de acuerdo. Es una gran contradicción que quienes pretenden hacer un país independiente con constitución propia ni siquiera puedan acordar una ley electoral autonómica. Es necesario resolver esta cuestión y dar más poder al elector, hoy secuestrado por los partidos.
Seguramente, la fórmula más acertada, propuesta ya en el pasado, es una adaptación del sistema electoral alemán. Este modelo, por un lado, mantiene la proporcionalidad en la mitad de los escaños del Parlament, una obligación constitucional en el caso español, y por otro, hace posible la elección directa del diputado en circunscripciones personales, lo que da un mayor juego a la interacción entre electores y electo.
La necesidad de una ley de participación ciudadana
Otro de los retos de Salvador Illa es impulsar una ley de participación ciudadana que refleje las necesidades y voluntades de los catalanes. Esta segunda cuestión, que recordaba al profesor de Filosofía del Derecho de la UPF Josep Lluís Martí en un reciente artículo en el diario Ara, es de una importancia primordial.
También en este caso somos, por vergüenza propia, la única excepción en todo el Estado. Isla, que llena su discurso de palabras relacionadas con la escucha y la participación, tiene una obligación imperativa en ese terreno. De lo contrario, demostrará que sus palabras están vacías de contenido porque no asume los compromisos que pueden convertir el discurso en una exigencia real.
El desafío educativo en Cataluña
El desafío educativo es uno de los retos de Salvador Illa que más consenso genera entre la sociedad catalana, especialmente después de los preocupantes resultados de las pruebas PISA. Venimos de una década vergonzosa y desastrosa. Las pruebas PISA de 2022 han demostrado la emergencia que vive la enseñanza en Cataluña. Las pruebas a los alumnos de 4º de ESO les sitúan en la cola en matemáticas, ciencia y comprensión lectora. Ésta última es vital porque es la clave de toda la enseñanza. Si el alumno no entiende lo que lee, no hay nada que hacer. El 44% de los alumnos de 2º de ESO suspenden en matemáticas. La cifra es arrolladora y manifiesta el grado de degradación al que hemos llegado.
ERC hizo lo que se hace cuando no se sabe qué hacer: crear un comité de expertos, que concluyeron, como buenos expertos, con un largo listado de medidas, 154, pendientes de aplicar. Esta política se parece más a una perdigonada, confiada en que algún disparo lazará el pájaro.
El problema es profundo, pero claro: hay un déficit en las aulas y en las escuelas de las virtudes necesarias para ser enseñado, y ésta es una corrección imperativa ya la vez contracultural porque la progresía que gobierna no quiere oír hablar de las virtudes. Es también una cuestión de capacidad de generar motivación, lo que impacta directamente en el profesorado. Éste es el problema principal para que el catalán se haya convertido en la peor de las asignaturas obligatorias.
Aún queda la tercera cuestión, ya citada, la comprensión lectora. Desarrollar las virtudes necesarias para el aprendizaje, tener capacidad de motivar al alumno y desarrollar a fondo la comprensión lectora forman parte de la llave de vuelta para salir del callejón sin salida de la enseñanza. Las expectativas que genera Illa forman parte de su filosofía política, que ya manifestó cuando era ministro de Sanidad: poner la venda antes de la herida y asegurar que éste es un problema que necesitará años para resolverse. Y ya se sabe que quien día pasa, año empuja.