Los democristianos alemanes giran hacia la derecha

El partido de Angela Merkel, la Unión Democrática Cristiana o CDU, ha tomado nota de los últimos años de travesía del desierto desde que la excancillera dejó el cargo.

En el manifiesto político que preparan de cara las elecciones anticipadas anunciadas por el socialdemócrata Olaf Scholz y al que ha tenido acceso Financial Times, los prohombres de la CDU prometen recortes de impuestos y controles más estrictos para combatir la inmigración ilegal.

Se trata, salvando las distancias culturales que separan a Alemania de Estados Unidos, de un programa sospechosamente parecido al que Donald J. Trump ha empleado como trampolín para obtener su segundo mandato en la Casa Blanca.

La CDU y sus aliados bávaros de la CSU, conocidos conjuntamente en el país germánico como la Unión, se dan como vencedores de las próximas elecciones en la inmensa mayoría de las encuestas.

La Unión, bajo el liderazgo de Friedrich Merz, busca poner fin a la llamada “coalición semáforo”, que gobierna Alemania desde el fin del último mandato de Angela Merkel a finales de 2021.

Compuesta por los socialdemócratas, los ecologistas y los liberales, esta alianza dirigida por Scholz ha carecido de visión y cohesión interna, acelerando el declive económico de Alemania y generando numerosas polémicas como la de la legalización de la marihuana o la naturalización de extranjeros.

La CDU-CSU lidera las encuestas a pesar de encontrarse en los orígenes del declive que quiere ahora revertir: fue bajo Merkel que Alemania aceleró su dependencia del gas ruso al poner fin a las centrales nucleares, y fue también durante su último mandato que la Unión Europea preparó la muerte programada de los vehículos de combustión interna nuevos en el 2035, desencadenando una crisis que ahora afecta de lleno a los gigantes alemanes del automóvil como Volkswagen, Mercedes y BMW.

La receta de la Unión para recuperar al ejecutivo federal pasa por una mezcla de continuidad con ciertas políticas de Scholz (asistencia en Ucrania) y otras mucho más agresivas, especialmente en lo que respecta a los recortes impositivos y a la aplicación de mano dura con las entradas ilegales en el país.

Su programa electoral presenta una “agenda para los que trabajan duro”, e incluye bajadas de impuestos para las rentas bajas y medias, una reducción de las contribuciones a la seguridad social y un descenso progresivo del impuesto de sociedades desde del 30% actual hasta el 25%.

Comprometida con el freno constitucional a la deuda pública que ha permitido que el país mantenga el mejor ratio deuda-PIB de los grandes países europeos, la CDU-CSU también prevé la abolición de la renta ciudadana.

Sin embargo, el programa electoral es muy impreciso a la hora de explicar cómo se evitaría incrementar el déficit público si se aplican las numerosas contracciones a la recaudación fiscal que se proponen, sin comprometerse a ningún recorte sustancial del sistema de bienestar actual.

Numerosos analistas han observado que gracias al freno constitucional al endeudamiento, Alemania tiene mucho margen para contraer nueva deuda pública e invertirla en grandes infraestructuras e investigación que la economía necesita para modernizarse. El problema de fondo de ese tentador argumento es evidente: acabar endeudado como sus vecinos franceses, italianos y españoles, sin que las milmillonarias inversiones hayan permitido revertir la mala tendencia de la economía.

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