El nuevo gobierno de Cataluña debe afrontar, quieras que no, 10 grandes retos que son decisivos para el presente y el futuro del país, y que ya no pueden esperar más tiempo para ser abordados, porque llevamos años de olvidos y mal gobierno. Son estos:
- Productividad. No hay discusión en que, si no queremos seguir retrocediendo en relación con Europa e incluso con España, Cataluña debe mejorar su productividad. También para garantizar el nivel de vida de la población. De hecho, un aumento de un 1% por lo general de la productividad está vinculado a un aumento de la renta disponible por persona del 0,7%. No es un dato menor que la productividad también esté vinculada al bienestar de la población en términos de menor pobreza, en concreto del riesgo de privación material extrema, como señalan los estudios en este ámbito. El ritmo de crecimiento de la productividad catalana entre 2000 y 2022 ha sido del 0,8% y este hecho ha tenido como consecuencia que nos distanciáramos de las regiones económicas más productivas de Europa y nos aproximáramos a las que menos disponen de esa capacidad. Sin embargo, el área metropolitana de Barcelona es la penúltima después de la de Atenas en esta medida decisiva de la actividad económica, y esto ya habla por sí solo, porque el área metropolitana de Barcelona es el núcleo económico de Cataluña.
- Natalidad. Es público y notorio que la falta de nacimientos es un problema muy grave que tiene múltiples ramificaciones. En nuestro caso, además de afectar a la economía, a la estabilidad del estado del bienestar, especialmente las pensiones, acentúa el envejecimiento y tiene una consecuencia negativa muy fuerte sobre el futuro de la lengua y cultura catalana. Ligado a la natalidad está el hecho de la familia. Ésta ha sido el puntal de Cataluña. Nuestro país ha subsistido en condiciones adversas gracias a su familia y sin gobierno propio. La inversa no es posible, tener Generalitat y que continúe el desmenuzamiento y la dificultad de formar familias sólo conduce a la destrucción de Catalunya como país.
- Inmigración. Es un hecho vinculado al anterior. Las cifras actuales de población extranjera que vive en Cataluña son ya muy altas en relación con la población autóctona. Por su natalidad y por el nivel de servicios necesarios para atenderla mínimamente con un 22% de población extranjera, que se eleva hasta el 27% en el caso de Barcelona, el encauzamiento de la inmigración es una necesidad imperiosa.
- Enseñanza. No hace falta explicarlo demasiado. Las últimas pruebas PISA, que nos sitúan en la cola de España que, al mismo tiempo ocupa los últimos puestos en la UE, hablan por sí solas. Hasta ahora, los últimos gobiernos catalanes han manifestado la incapacidad notoria para afrontar este reto vital.
- Lengua y cultura catalanas. Ya lo hemos tratado no hace demasiado. Con 1/3 de la población que tiene como lengua primera el catalán y con un proceso continuado de reducción, el problema no requiere mucha más explicación.
- Droga y sanidad. Cataluña se ha convertido en líder en la producción y tráfico de marihuana, y el puerto de Barcelona es uno de los grandes hubs de entrada. Todo ello fomenta el despliegue de las mafias, la gran delincuencia. Vamos camino de situarnos en zona de riesgo como ya ha caído Marsella y buena parte de Suecia, Bélgica y Holanda. Sólo nos faltaría esto.
- Colas y asistencia primaria. Los tiempos de espera en sanidad y dependencia son inhumanos y la pérdida de calidad en el servicio de asistencia primaria en la sanidad no se ha resuelto. Lo que era una columna vertebral del estado del bienestar está quebrando.
- Una administración envejecida que no llega. De querer ser un país de excelencia administrativa en el sector público hemos descendido hasta el mal estado actual que combina la falta de reformas de eficiencia y eficacia con una edad muy avanzada de los funcionarios.
- Presión fiscal excesiva, la más alta de España. Y al mismo tiempo un retraso imperdonable, de una década, en la que el gobierno del estado se digne en poner sobre la mesa un nuevo sistema de financiación autonómica. Resolver ambas cosas es urgente y prioritario porque tiene efecto en otros muchos retos apuntados.
- Mal estado de las infraestructuras básicas. Incorporando aquí la vivienda, que necesita una respuesta masiva y urgente. Como también es necesario para el colapso de la AP7 y los ferrocarriles como cuestión prioritaria.
Sin embargo hay toda una cuestión que nunca se suele abordar porque es la madre de los huevos: nuestra política y también nuestra sociedad vive inmersa en una crisis moral en el sentido de que le resulta muy difícil identificar qué es el bien y, por tanto, qué es el bien común. Impartir justicia en todas sus dimensiones y tener discernimiento para diferenciar lo necesario de lo accesorio o superfluo. Éste es un problema cultural que no puede permanecer al margen de la respuesta necesaria.
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