La información que ha hecho pública el Servicio Nacional de Salud sobre la situación de las listas de espera a 31 de diciembre de 2021, significa la constatación del mal estado en el que se encuentra la sanidad catalana y el carácter secundario que tiene para nuestros gobernantes.
La comparación entre comunidades autónomas tiene la virtud de poner de relieve situaciones diferentes en condiciones similares. Es lo que el gobierno de Cataluña debería explicar al Parlament: por qué nuestra situación es tan negativa y la de otras, que tienen un sistema de financiación igual, resulta mucho mejor.
El tiempo medio de espera quirúrgica es para el conjunto de España de 123 días, que es muchísimo. Además, 1 de cada 5 pacientes debe esperar más de 6 meses. Este hecho tan breve señala todo un mar de incertidumbres y sufrimientos por parte de miles y miles de personas, concretamente 706.000, que es el conjunto de ciudadanos que están esperando la intervención y que alcanza un récord histórico.
En estos términos, podríamos resumir el estado de la cuestión de España y señalar que no deja de ser una paradoja que un gobierno que se jacta de su sensibilidad social y que dispone de tantos recursos económicos entre la inflación y Europa, no dé respuesta a un problema tan principal como es la salud en una cuestión tan concreta como es el tiempo que se tarda en operarse.
Pero si la situación española es negativa, la catalana es mucho peor, porque el tiempo de espera es de 156 días. Es la comunidad autónoma con mayor retraso, después de Aragón (183). En ambos casos los pacientes que tardan más de medio año en poder operarse representan casi la tercera parte de la lista. Esta situación contrasta con la de las demás comunidades autónomas que tienen estructuralmente una mala financiación, como es Madrid, la Comunidad Valenciana y Baleares que, junto a Cataluña, son las cuatro que sufren más las deficiencias del actual sistema que debería haber sido revisado en 2014 y que todavía no tiene fecha para abordar esta importante cuestión (frente a la cual, sorprendentemente el gobierno Aragonés permanece mudo).
Baleares presenta una situación mejor que Cataluña, pero peor que la media española, 134 días de espera y casi 1 de cada 4 pacientes con un retraso superior a 6 meses. La Comunitat Valenciana , por su parte, ofrece unos resultados claramente mejores que los españoles, 100 días de espera y un 16% con una dilación superior a los 6 meses. Pero el caso más sorprendente es el de Madrid, porque tras el País Vasco, que tiene la ventaja del sistema foral, presenta los mejores datos de España, 73 días de espera; es decir, menos de la mitad que Cataluña y no llega al 10% las personas que deben esperar 6 meses. Una tercera parte de la misma cifra en Cataluña.
Madrid no tiene el mejor sistema de financiación (otra cosa es que se beneficie en determinadas inversiones, infraestructuras y equipamientos) y por lo general no destaca en la prestación de servicios, pero en el capítulo de la sanidad la distancia con Cataluña es abismal cuando los recursos son igual de escasos.
Lo que el gobierno de Cataluña debe contestarnos es cómo es posible esta situación, porque si de esta visión de días de espera pasamos a otra que es más global, como es el porcentaje de población por 1.000 habitantes que está en espera de ser operado, podemos ver la magnitud de la tragedia ya que Cataluña ocupa un lugar destacadísimo después de Cantabria, Extremadura y La Rioja. El 20% de la población por cada 1.000 habitantes está esperando a que le intervengan. Es una losa. Representa, si se quiere expresar en otros términos, 2 de cada 100. Es decir, en un pequeño municipio de Cataluña pueden haber 2, 3, 4 personas en esta situación. En Madrid y en la Comunidad Valenciana, la cifra es la mitad. Y en Baleares algo más de la mitad, el 12,51 por cada 1.000 habitantes.
La magnitud de estas cifras señala que estamos ante un grave problema social que pasa desapercibido porque lo sufren las familias en su singularidad y no da lugar a ninguna organización ni movimiento masivo, pero la desgracia es evidente. Es necesario urgir al gobierno que hable menos y resuelva más. Y en esa resolución, reducir las listas de espera a la mitad y con urgencia es un imperativo.