Los cambios demográficos son de tal relevancia que en pocos años el número de personas de más de sesenta años superará la cifra de los dos mil millones. No podemos esperar a mañana para preparar los pueblos y las ciudades.
La vejez no es una etapa improductiva o inútil, como tampoco triste. Llegar a la vejez es un don y un recurso que merece ser cuidado, también cuando la persona genera dependencia.
Se trata pues de generar una cultura del cuidado nueva, que evite la ruptura entre el hogar y los recursos residenciales, favorezca los cuidados en el hogar y amplíe la red de servicios solidarios.
Se trata de un cambio cultural profundo que desde un documento vaticano nos alienta.