León XIV pide coherencia política a los católicos

En nuestra sociedad hemos normalizado que un gobernante se declare públicamente católico practicante y al mismo tiempo impulse o mantenga leyes o actuaciones abiertamente en contra de la doctrina de la Iglesia en cuestiones tales como el aborto, la eutanasia, la desprotección legal y desnaturalización del matrimonio, los vientres de alquiler o las restricciones a libertad de enseñanza.

Es paradigmático el caso de Biden en Estados Unidos. En Cataluña tenemos actualmente varios líderes políticos en esta situación. Cada uno de ellos sabrá cómo lo vive en su conciencia, pero está claro que estas contradicciones suelen pasar bastante desapercibidas en la opinión pública y apenas despiertan reacciones en la Iglesia católica. Hoy no existe un consenso general sobre las verdades objetivas en materia de antropología y moral, y se ha acabado identificando el relativismo moral con la tolerancia, la mentalidad “abierta” e incluso la buena educación.

Aunque esto del relativismo moral, valga la expresión, es también relativo, porque cuando se trata de defender el feminismo radical, la ideología de género u otras visiones fomentadas por el sistema dominante, este puede volverse muy dogmático e impositivo. Solo por poner un ejemplo, los poderes públicos amenazan con duras penas a cualquier profesional que quiera atender la petición de ayuda de una persona homosexual que se plantee dejar de serlo. Mientras ofrecen todo tipo de ayudas a un adolescente inmaduro que quiera mutilarse o tratarse químicamente para cambiar de sexo, pasando si es necesario por encima de la voluntad de sus padres.

En Cataluña, el silencio de la jerarquía eclesiástica es habitual ante las políticas de la Generalitat abiertamente contrarias a la moral católica. Aquí no tenemos ningún obispo como José Ignacio Munilla, que siempre sabe definir de forma alta y clara la posición católica sin pelos en la lengua, ni siquiera un Luis Argüello, que combina la diplomacia con críticas a los excesos del poder político.

Pero esta bicoca para nuestros políticos que se declaran católicos debería acabar tras el relevante discurso del Papa León XIV del 28 de agosto en la delegación de cargos electos y personalidades de la diócesis francesa de Créteil. Y también debería terminarse el hacer la vista gorda de nuestros obispos.

En dicho discurso, León XIV admite que «no es fácil, para un cargo electo -debido a una laicidad a veces mal comprendida- actuar y decidir en coherencia con su fe en el ejercicio de las responsabilidades públicas». Pero afirma también que “el cristianismo no puede reducirse a una simple devoción privada, porque implica una manera de vivir en sociedad marcada por el amor a Dios y al prójimo, el cual, en Cristo, ya no es un enemigo sino un hermano”.

Y el Papa pasa a interpelar a los responsables públicos: «¡No hay separación en la personalidad de una figura pública: no está, por un lado, el político y por otro el cristiano. Hay el político que, bajo la mirada de Dios y su conciencia, vive sus compromisos y responsabilidades cristianamente!». Y remarca que los fundamentos del cristianismo y la doctrina social de la iglesia «están en sustancial acuerdo con la naturaleza humana, con la ley natural que todo el mundo puede conocer, incluso los no cristianos y los no creyentes». Pese a esta coincidencia entre doctrina católica y bien común, parece que en nuestra sociedad todo el mundo puede defender públicamente sus convicciones, por estrafalarias que sean, menos los cristianos.

León XIV pone de manifiesto que la solución de los problemas sociales exige la caridad cristiana: “Violencia en algunos barrios, inseguridad, precariedad, redes de narcotráfico, paro, ruptura de la convivencia… Para afrontarlos, el responsable cristiano se fortalece en la virtud de la caridad que habita en ella”.

En fin, que los políticos católicos que impulsan normas y acciones en contra de la ley natural deberían tomarse en serio este discurso del Papa y rectificar para no seguir haciendo el hipócrita. Y los políticos católicos que, por oportunismo, las mantienen una vez llegan al poder, ya sería hora de que tomaran conciencia y evitaran hacer el triste papel de consentir las barbaridades de la izquierda y del liberalismo sin norte.

El mensaje del papa León XIV no debe restringirse a los políticos, sino que son todos los católicos que deben sentirse interpelados. Si el fiel cristiano no actúa como ciudadano responsable, defendiendo sus convicciones en la vida social, y si estas no tienen un peso decisivo a la hora de discernir su voto y su compromiso político, difícilmente puede esperar que lo hagan los gobernantes.

En nuestro país la Corriente Social Cristiana (elcorrent.org) trabaja precisamente para implicar activamente a los cristianos en la vida social y política. Estas palabras del Papa nos animan a ser exigentes con quienes nos gobiernan y también con nosotros mismos, y a ser activos en defensa de nuestras convicciones, que es una forma segura de mejorar la vida social y contribuir al bien común.

Twitter: @ros_arpa

Publicado en el Diari de Girona, el 5 de septiembre de 2025

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