Al menos otras cinco “pandemias” están afectando a nuestra salud y perspectivas de calidad y esperanza de vida.
La primera de ellas es el reiterado efecto, ahora ya en la 7ª ola, de la covid en la atención sanitaria a todas las demás patologías. Si a este hecho se le añade el período estival de vacaciones, el resultado es un empeoramiento de la atención médica para los enfermos que necesitan cuidados continuados; enfermedades cardiovasculares, cánceres, distintos tipos de dolor y un largo etcétera.
La segunda, la viruela del mono que sigue creciendo a pesar de su dificultad de contagio. El 23 de mayo había en toda España 36 casos, a 4 de julio 1.256. En poco más de un mes, la multiplicación ha estado fulgurante en una enfermedad contagiosa que necesita un contacto estrecho entre las personas para que llegue a producirse el contagio y que, por tanto, poco tiene que ver con la transmisión aérea que se produce con la covid. La curva de crecimiento fue ascendente, pero moderada hasta el 13 de junio que alcanzó 259 casos. A partir de ahí la curva de casos se disparó hasta alcanzar una pendiente extraordinaria prácticamente 45°. A principios de julio parece que el crecimiento se ha ralentizado, pero hay que ver qué ocurre con las celebraciones del día del Orgullo LGBTI, porque la razón fundamental de que la viruela del mono se haya extendido con esta velocidad en España se debe a que los principales focos de contagio se han producido en las comunidades de hombres que tienen sexo con otros hombres. Este hecho facilita la transmisión y dificulta además el seguimiento porque la promiscuidad en las relaciones hace difícil la posterior identificación de los contactos. Las fiestas del Orgullo gay, especialmente en Barcelona y sobre todo en Madrid, podrían representar un aumento del número de casos. Lo más problemático es que éstos ya se han extendido a otros ámbitos, y ya hay mujeres y niños contagiados. Y éste es un claro indicio de que esta enfermedad contagiosa sigue prosperando. Es un ejemplo claro y no único de cómo el modo de vida es generador de determinados costes sociales.
La tercera, las superbacterias. En España, y Cataluña no es una excepción, las bacterias resistentes a los antibióticos se han convertido ya en una verdadera pandemia y constituyen un problema muy grave. En el 2019 se calcula que causaron 30.000 muertes y de continuar así se evalúa que en 30 años serán la primera causa de muerte. Los científicos la califican ya de “pandemia silenciosa”. También en éste, como en los demás casos (covid, viruela del mono), lo que se produce es un aumento de los costes generados por este tipo de agresión bacteriana porque cada paciente que debe ser tratado tiene un coste de unos 30.000 euros. El problema de fondo radica en que todavía no existen antibióticos de nueva generación que les hagan frente y las grandes farmacéuticas tienen un interés más que relativo porque no ven clara la rentabilidad económica.
La cuarta, el problema del consumo excesivo de alcohol. Esta es otra enfermedad que se está extendiendo y que tiene la característica que afecta en gran medida a la gente más joven. De las urgencias hospitalarias por consumo de drogas en 2021, 18.338 casos, el 50% estuvieron relacionadas con el alcohol con un hecho llamativo: estas urgencias hospitalarias por consumo excesivo correspondían entre los 12 a 17 años, tenía como grupo predominante a las mujeres por encima de los hombres, cuya proporción oscilaba entre el 60 y el 51%. Cuanto más joven, mayor predominio de mujeres. Contrastan estos datos con los de la población mayor de 18 años en la que el 70% de los casos corresponden a hombres. Existe aquí un problema educativo que sería necesario revisar a fondo. También el hecho de que cuanto menor es el nivel socioeconómico, mayor tasa de adicciones en general, y al alcohol en particular, se produce.
La quinta, la depresión. Ésta es otra “pandemia” que se extiende sin freno y que también cada vez afecta a gente más joven. Algo está mal encajado en nuestra cultura cuando adicciones, depresiones y suicidios crecen entre jóvenes y adolescentes. Más cuando éstos todavía no están sometidos a una de las principales causas de depresión: el estrés laboral, que se considera que afecta al 20% del total de los casos. Está claro que la forma en que funciona la sociedad y el modo de vida podría reducir las patologías mentales, pero en estos momentos la dinámica funciona en sentido contrario.