- La actitud de los estadounidenses. En contra de lo que puede parecer por la desinformación que impera en Europa, la opinión de la ciudadanía americana es muy negativa con la crisis de Ucrania y la forma de actuar del presidente Biden. Una encuesta del The Washington Post y la cadena ABC, realizada entre el 20 y 24 de febrero, señalaba que una gran mayoría de americanos, el 75%, calificaba negativamente la situación económica y desaprobaba en un grado insólito al presidente, en un 55 %, frente a tan sólo un 37% que lo aprobaba. Un 47% estaba contra su gestión de la crisis de Ucrania por sólo un 33% a favor y un 20% sin opinión. Otro sondeo de The Associated Press, hecho entre el 18 y el 21 de febrero, antes de la invasión, mostraba que sólo un 23% de los estadounidenses creen que su país debería tener un papel importante en el conflicto, frente a un 52% que defienden un perfil bajo y un 20% que prefieren no implicarse. Todo revela una baja moral de la sociedad americana ante la situación política, económica y del conflicto con Rusia.
- El belicismo extraordinario de los medios de comunicación españoles, tanto los que se sitúan a la derecha como a la izquierda liberal, caso de El País, generan una opinión que favorece todo lo que sea aumentar la intervención europea, al tiempo que mantienen una línea de demonizar a Putin y Rusia. Hay un trasfondo belicoso poco responsable en las líneas editoriales de los medios de comunicación españoles, que se acercan a lo que mantenían antes de agosto de 1914 los periódicos de Francia, Reino Unido, Austria y Alemania. No se entiende demasiado bien en qué beneficia esta presión mediática a los intereses reales de España y Europa, aunque es consecuente con la estrategia de Washington.
- La total ausencia de encuestas a la ciudadanía europea. En contra de lo habitual, han desaparecido de los medios de comunicación las encuestas sobre la opinión de los europeos en relación con la intervención en la guerra, las medidas económicas y sus repercusiones. En este sentido, hay tres preguntas clave que no se formulan y que los gobiernos ocultan deliberadamente. Primera: ¿Está dispuesto usted, sus hijos o nietos a ir a una guerra por Ucrania? Segunda: ¿está de acuerdo en asumir el riesgo de una guerra nuclear por este motivo? Tercera: ¿asume el empeoramiento de sus condiciones de vida por el efecto “rebote” de las sanciones a Rusia?
- Las sanciones no abordan dos puntos cruciales. El más importante de todos, el gas. Sin embargo, Rusia sigue vendiendo gas a Europa y ésta lo paga. Aquí no ha habido sanción alguna. Y lo mismo sucede con la inversión en fondos especulativos de Wall Street.
- Argelia garantiza aportar más gas a Europa, pero lo hará a través de Italia y no de España. Argumenta que el gasoducto tiene mayor capacidad e Italia tiene mayor dependencia de Rusia, un 43%, y está más conectada a la red europea. Este hecho pone fin al sueño sanchista, aireado en un diario, de convertir a España en el socio estratégico del gas en Europa procedente del norte de África. En realidad era una misión imposible porque ni a medio plazo existe la conexión necesaria que atraviese los Pirineos para realizar el trasvase.
- Los problemas económicos. Para Europa en general, y especialmente para los países del área central como Alemania, el golpe será importante. Cabe recordar que la UE exporta por valor de 158.500 millones en productos industriales y servicios que ahora quedarán reducidos a su mínima expresión. Esto si no empeora la situación y se produce el apagón energético porque el gas natural deja de fluir. Para España el impacto directo es aparentemente menor porque sus exportaciones son muy escasas, sólo un 0,7% del total, pero afectan a 4.981 empresas, de las que 1.825 exportan de forma regular. Sin embargo, no es éste el problema más importante, sino el que se producirá sectorialmente. Por ejemplo, la cerámica puede entrar en crisis por el precio de la energía y todo el sector agrario, incluido el ganadero, se verá duramente afectado. La inflación, en este momento está en el 7,6% y es la más elevada desde 1989. Este tipo de cifras desguaza absolutamente los presupuestos del estado y todas las previsiones empresariales. Por otra parte, es previsible que Alemania entre en recesión a finales de este semestre y todo ello ralentizará el crecimiento económico. También parece difícil combinar las características de esta crisis y sus costes con la iniciada transición energética. Todo ello, un panorama oscuro que las medidas de la UE tienden a hacer más negro.
- Vuelve la Alemania armada. De la mano de la socialdemocracia, los verdes y los liberales, Alemania ha tomado la decisión de fortalecer poderosamente su ejército. Dedicará el 2% de su PIB a gasto militar, y ahora mismo inyecta 100.000 millones de euros adicionales para acelerar esa militarización. Esta sola aportación supera ya todo el presupuesto en defensa de España. ¿Interesa a Europa una Alemania rearmada como en los tiempos pasados? ¿Es el escenario deseable una OTAN que marca el camino a seguir, dirigida desde Washington, más una Alemania superpotente sin que exista un sistema de defensa realmente europeo? ¿Es éste el camino de la UE?
- Italia, Francia, Grecia y España evitan la línea que impulsan los países nórdicos y centroeuropeos de enviar armas ofensivas a Ucrania. En estos momentos, la UE ha rebasado algunas líneas rojas. La primera, la de efectuar como UE compras masivas de armamento para hacer llegar a Ucrania. La otra, la de enviar aviones comprados con recursos europeos. Es una implicación muy peligrosa.
- No es propio de unos estados de derecho liquidar las emisiones de las emisoras rusas RT y Sputnik. Que sus puntos de vista sean distintos a los oficiales no justifica esta censura radical. De hecho, viendo que con cada circunstancia que produce un hecho extraordinario, como ya ocurrió con la pandemia, nuestros regímenes “liberales” liquidan derechos constitucionales sin ningún problema. Hemos entrado en una dinámica peligrosa que la Covid-19 ya anunció.
- El desapercibido papel de Turquía. Cada vez más ese país incrementa su influencia militar y política, y ahora aprovecha la guerra de Ucrania en el mismo sentido. Este crecimiento geoestratégico turco tendrá un importante coste para el futuro de Europa.
- La emigración masiva ucraniana es una necesidad humanitaria que hay que ser atendida, pero al mismo tiempo cabe recordar que una parte de estos ucranianos encuentran en ese camino una oportunidad económica para emigrar sin las trabas que hasta ahora existían. Cabe recordar que ya antes de la guerra la situación económica de Ucrania era muy deficiente, por lo que ya existía un flujo emigratorio muy importante hacia Polonia, que no es precisamente uno de los países con mayor renta per cápita de la UE.
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