Leer con una cierta atención y criterio propio El País es un excelente ejercicio para observar cuáles son las narrativas del poder, porque este medio es un fiel e interesado reflejo de ellas.
El País, que es un firme defensor de la transición energética, defiende a capa y espada, editorial incluida del 23 de agosto, la conexión del MidCat, que uniría la red gasista española a la francesa en la frontera con Cataluña, para así poder conectarla con Alemania. Sobre esta iniciativa, que en su momento el propio Gobierno español y francés desecharon, surgen una serie de críticas que ahora asume Francia, que de momento rechaza el proyecto.
La primera cuestión es de coste. Porque, si bien la conexión del tramo que falta desde Cataluña hasta territorio francés es relativamente corto, después las obras que deben llevarse a cabo para que dicho gas alcance Alemania y las mejoras que se deben introducir, tienen un coste importante. Pero seguramente la objeción de mayor peso es la que señala la contradicción de esta iniciativa con el proyecto de transformación de nuestra base energética. Se trata de forzar una gran inversión, utilizando un recurso, el gas natural, que no es sostenible y cuyo efecto no resolvería nada este invierno ni el siguiente, como pronto. El planteamiento español de que en un futuro, con las debidas adaptaciones, serviría para trasvasar hidrógeno verde es puesta en cuestión, primero porque tal tecnología no está disponible a precios competitivos, y segundo porque la adecuación que se debe hacer representa otro coste adicional importante.
Queda una ultima consideración: el gas que puede trasportar ni de lejos cubre las necesidades del corte que puede significar el gas ruso. En todo caso y esto es lo que aduce Francia, más que una estructura fija y costosa, para abordar la actual urgencia, resultan mejores los buques desgasificadores, como ya se esta haciendo en puertos clave de Europa
Lo que quiero señalar no es tanto un estar a favor o contra de la iniciativa, sino el cierre de filas ideológico que cualquier decisión del Gobierno Sánchez genera en medios de opinión como El País, entre otros, cuando su responsabilidad social como periódico sería indagar precisamente los pros y los contras, y ponerlos a disposición de los ciudadanos para que estos formen su propio criterio. Pero, los medios de comunicación ya no quieren ciudadanos, quieren hooligans como lectores.