Las dos tablas adjuntas dan información sobre el grado de apertura de los negocios (en rojo) y la cifra de ventas (en azul), tanto de Madrid como de Cataluña. Como se puede observar, el cierre inicial con efectos hasta bien entrado el mes de mayo fue demoledor, como es lógico, en las dos comunidades, pero mucho más en Madrid que en Barcelona, donde el cierre fue prácticamente total, mientras que en Barcelona se salvó alrededor del 7% -10% y ésta llegó a ser la cifra de ventas. Después en ambos casos se produce una progresiva y rápida mejora, si bien hay que tener en cuenta dos aspectos:
El primero es que en ningún caso el número de locales abiertos se sitúa en la cifra 100 o su proximidad, que querría decir una total normalidad. La segunda característica es que Cataluña alcanza un nivel de apertura más elevado y más sostenido. En el mes de julio estaban abiertos el 85% de los locales de hostelería, decaen un poco entre la segunda parte de julio y principios de agosto a consecuencia de las vacaciones, y logra su primer máximo con 88% el 16 de agosto, un máximo que se vuelve a repetir casi igual el 20 de septiembre. En el caso de Cataluña comienza un ligero descenso, y el 16 de octubre los locales estaban abiertos en un 83,4%. Entonces se producen las medidas específicas de restricción y las aperturas caen hasta un 25% que lentamente ascienden hasta el 22 de noviembre a un 32% .
Si comparamos la curva de apertura entre Cataluña y Madrid, vemos que Madrid mantiene una posición en torno al 70-80 % sin superar esta última cifra hasta mediados de noviembre. Mientras que Cataluña se sitúa por encima del 80% desde mediados de julio hasta el 31 de octubre; en otras palabras, la cifra de apertura catalana ha sido superior a la madrileña a lo largo de todo el periodo hasta la bajada por el cierre impuesto por la Generalitat. En este sentido, el estrago de la pandemia en el sector de la hostelería habría sido moderado porque la gran mayoría de locales habrían vuelto a funcionar y la reducción, a pesar de ser importante, se habría situado por debajo del 20%. Ahora ya no es así y habrá que ver cuántos de los locales que se habían mantenido abiertos a pesar de la pandemia y que ahora han tenido que cerrar durante muchos días se vuelven a recuperar. La caída de más de 50 puntos porcentuales en apertura, sin duda se hará notar sobre todo si las ventas de Navidad no devienen francamente buenas.
Como es lógico, la curva de ventas sigue la de la apertura pero en términos también más perjudiciales para Madrid.
Por un lado porque el efecto vacaciones fue más agudo, se notó más en el consumo en este sector, y después porque a partir de finales de septiembre se observa una caída debida a las restricciones impuestas que situaron las ventas entre el 50 y el 60%, cuando venían de significar el 75%. A partir de primeros de noviembre se produjo una recuperación y terminaba la última semana del mes con una cifra del 68%. En Cataluña las cifras son claramente más altas y se mueven entre el 76% y el 82%, el máximo el 16 de agosto, hasta el descenso que se inicia en el mes de octubre y se hunde en el mes de noviembre.
Este diferente comportamiento nos indica dos cosas: a lo largo del tiempo de pandemia en Madrid, en el sector referido, ha quedado más afectada que no Cataluña, tanto en apertura como en ventas, pero las medidas finales de la Generalitat han truncado este relativo mejor comportamiento y ahora planea la incertidumbre más absoluta sobre el futuro de este sector.
Hay que ver el doble impacto de las fiestas de Navidad que arrancaron con el Black Friday en un doble sentido: el de las ventas y en la generación de un rebrote de la pandemia y su dimensión.
En todo caso, es evidente que este sector perderá tiempo en recuperar el número de establecimientos, lugares de trabajo y ventas que tenía en el período precovid.
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