La evolución de las derechas en Europa desde finales del siglo pasado hasta la actualidad tiene como denominador común su crecimiento, aunque, como es lógico, existen diferencias entre países y dentro de la misma derecha.
En términos generales, hoy han crecido en la mayoría de países respecto a 1980 y hasta las últimas elecciones. La única excepción entre los países analizados es Alemania, donde el porcentaje de apoyo global permanece prácticamente igual, aunque con una redistribución interna significativa de la representación.
En el caso de España (1980-2023), se observa un ligero crecimiento del conjunto. Pero vayamos por partes:
En Dinamarca, el bloque de derechas en su conjunto ha crecido tanto la derecha clásica como la derecha alternativa, también llamada populista. En conjunto, pasaron del 46,7% de los votos al 50,4%.
En otros cuatro países también se ha producido un crecimiento de todo el espectro de la derecha aunque impulsado principalmente por el aumento de la derecha alternativa y la disminución de la derecha tradicional.
En Finlandia, el porcentaje de votos de la derecha ha pasado del 52,4% en 1980 al 58,9% actual, con un aumento de 9,5 puntos por parte de la derecha alternativa y una pérdida de aproximadamente 4 puntos por parte de la derecha clásica.
En Suecia, la evolución ha sido del 46,7% en 1980 al 50,4% actual, debido en gran parte al crecimiento extraordinario de la derecha alternativa, que ha aumentado más de 20 puntos porcentuales.
En Francia, el crecimiento del conjunto fue aún más notable, pasando del 43% al 59,3%, con una diferencia de más de 16 puntos porcentuales. Este avance se debe principalmente al ascenso de Agrupación Nacional de Le Pen, al que se suman los votos del partido mucho más pequeño Reagrupament. Al mismo tiempo, la derecha de tradición gaullista ha experimentado un fuerte descenso.
En Italia, el apoyo a la derecha aumentó del 42,6% a prácticamente el 50%, también debido al crecimiento de la derecha alternativa, especialmente representada por Hermanos de Italia, el partido de la actual primera ministra Meloni. Este sector creció aproximadamente 30,5 puntos porcentuales, mientras que la derecha tradicional retrocedió 22,4 puntos.
En España, el año de referencia no es en 1980, sino las elecciones de 1979, las primeras después de las constituyentes. En ese momento, la derecha alcanzó en su conjunto el 42%, incluido el partido de Blas Piñar. .Si se suman las derechas nacionalistas de Convergència i Unió y el Partido Nacionalista Vasco, la cifra se elevaba al 46%. y Vox llegaron al 45%. Si se incluyen Junts y el Partido Nacionalista Vasco, el porcentaje se eleva al 48%, por tanto, existe un crecimiento, aunque modesto, que oscila entre 2 y 3 puntos, según el criterio adoptado.
Por último, en Alemania, el porcentaje total de votos a la derecha se mantiene prácticamente igual, en torno al 55%, aunque ha habido un importante trasvase interno. La Democracia Cristiana ha perdido 19 puntos porcentuales, que han sido absorbidos por Alternativa por Alemania.
Análisis de los resultados
Estos datos muestran que, con la única excepción de España , en todos los países considerados, la derecha se sitúa o supera el 50% de los votos, ya sea por escasas décimas, como en Dinamarca y Suecia, o de forma amplia, como en Finlandia y Francia. En Italia, faltan sólo dos décimas para alcanzar ese umbral, mientras que en España la diferencia es de menos de dos puntos porcentuales. En cualquier caso, se trata de cifras significativas que, además, muestran una tendencia al alza .
Este cambio en el panorama político se hizo ya perceptible en las últimas elecciones europeas, cuando el peso de liberales, socialdemócratas y verdes se redujo sustancialmente, mientras que las derechas alternativas incrementaban sus votos. Sin embargo, este cambio todavía no se ha reflejado plenamente en el Gobierno de la Unión Europea, aunque sin duda marcará las tendencias políticas en el futuro.
Que los partidos derechistas lleguen o superen el 50% de los votos no garantiza automáticamente su acceso al gobierno. En Francia, por ejemplo, el sistema electoral mayoritario a dos vueltas y el aislamiento parlamentario que los demás partidos imponen a Agrupació Nacional han impedido que esta realidad se traduzca en poder ejecutivo. Sin embargo, ese bloqueo, que distorsiona la voluntad popular, no parece sostenible en el tiempo.
En España, la mayoría de las derechas todavía no se ha traducido en un gobierno, en parte a causa de la ley electoral y en parte por la capacidad del presidente Sánchez de articular un sistema de alianzas que le permite mantenerse en el poder, aunque sea a base de concesiones continuas a sus socios, en particular en el Partido Nacionalista Vasco y en Juntos. Sin embargo, este esquema siempre está expuesto a la inestabilidad derivada de su frágil mayoría parlamentaria.
Europa está girando hacia la derecha en una formulación u otra, y sólo es cuestión de tiempo que sus dos corrientes, la clásica y la alternativa, acaben entendiéndose en algún grado . Las próximas elecciones en Alemania podrían servir como prueba en ese sentido. Una posible victoria de Trump en Estados Unidos también podría acelerar estas dinámicas.