- Falta Puigdemont por firmar. Ha perdido protagonismo en manos de ERC que, además, ha logrado presentar ventajas concretas más allá de la amnistía, pero tiene difícil decir que no. Sus expectativas en relación a las de hace pocos días han quedado devaluadas.
- Un éxito para el independentismo. A pesar de sus pobres resultados electorales, de los peores de toda la serie, de la pérdida de diputados, del bajo nivel de movilización, ¡bingo! ha obtenido un balance más que notable. Una vez más se produce una gran paradoja: la victoria en votos del PP otorga logros al independentismo.
- Sánchez: una presidencia a precio de oro. Es evidente que las cesiones han sido totales y las concesiones que ha recibido tienden a cero. No sólo no existe una renuncia explícita a la independencia, sino que ni siquiera existen compromisos para los presupuestos y menos aún para el conjunto de la legislatura. Y ahora, todavía tiene que pasar el PNV con la criba.
- Y después debe gobernar… El nuevo gobierno será un vía crucis. No solo porque la coalición Sumar es una jaula de grillos y en Podemos ya van con el cuchillo entre los dientes, sino porque los socios parlamentarios le apretarán a cada paso empezando por los próximos presupuestos. En estas condiciones, el gobierno español tendrá que concentrarse más en sus equilibrios internos que en resolver las necesidades de los ciudadanos. Y es que querer gobernar con 121 diputados cuando se necesitan a 170 es una ambición desmedida.
- Reacciones políticas. En la medida en que termine de concretarse el acuerdo, habrá que ver, ya se ven, las reacciones de los estamentos institucionales. En los jueces y el mundo del derecho ya es muy visible. Pero como en los icebergs, la gran masa está sumergida y corresponde a los altos estamentos del estado, que pueden presentar grandes resistencias a la continuidad de Sánchez. Además, está claro, existe la oposición política que cuenta con el gobierno de la gran mayoría de comunidades autónomas. Y está por ver la reacción de la sociedad española ante los “privilegios” que Sánchez habría dado a los independentistas. Este último factor es muy incierto porque la capacidad de reacción hasta el día de hoy se ha mostrado muy débil, pero siempre existe un antes y un después.
- La reacción en Cataluña. ¿Cuáles serán las consecuencias? ¿Cómo afectará al electorado del PSC? ¿Lo mejora o le resta votos? ¿Y al de los comunes? ¿Qué pasará en el campo independentista? ¿Se recuperará la cohesión y el diálogo perdido y los buenos modales en el seno de la sociedad catalana implicada en la política? El problema de fondo es si hay o no una aceptación mutua, que en estos momentos no existe, y un proyecto concreto compartido y bastante potente, que tampoco está sobre la mesa.
- ¿Se ha avanzado hacia la independencia? Respuesta: sí y no. Sí, porque las fichas vuelven adonde estaban, las leyes para impedir iniciativas unilaterales son mucho más laxas y puede volver a intentarse. No, porque ya está dicho, estamos donde estábamos, esto es en una autonomía y si no hay una decisión unilateral, la independencia pactada es inviable por razones del procedimiento a seguir. En este terreno de juego, el autonómico, la ventaja la tiene ERC que además con el pacto alcanzado ya ha liquidado el estigma socialista del artículo 155 y podría hacer un gobierno tripartito con menos costes electorales de los que hasta ahora podía tener. Si Puigdemont no logra dar una vuelta a la dinámica de hoy, JxCat puede quedar reducida a una fuerza de oposición que sólo tiene en cartera una irreal independencia.
- ¿Cómo quedará el problema de la igualdad en el electorado de la progresía? Porque lo cierto es que el pacto rompe todo discurso de igualdad. Las razones de la ruptura pueden estar justificadas para unos o no, pero las consecuencias son evidentes. Si ese hecho penetra, el PSOE tendrá un factor de erosión profundo en sus grupos intelectuales y mediáticos, que puede intentar contrapesar con el fantasma de Vox. Pero habrá que ver si es suficiente.
- ¿Resuelve el pacto los problemas de fondo de Cataluña? Resuelve los de parte del independentismo, pero no está nada claro que el escenario que salga sirva para que la gobernación y la política se centren en un buen proyecto de país que en estos momentos es inexistente.
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