La verdadera estrategia de Trump

Como viene siendo habitual en la mayoría de medios de comunicación de nuestro país, cada vez que en Estados Unidos gobierna un republicano, se presentan sus acciones entre el caos y la mala intención, y el presidente como un estúpido, un loco o prácticamente un dictador. Esta norma se cumplió con Nixon, con Reagan, y ahora en un grado extraordinario con Trump, con el añadido de que, en este caso, el personaje facilita aún más esa percepción.

Sin embargo, este tipo de información dirigida nos conduce al autoengaño y nos hace perder de vista cuál es realmente la estrategia de la nueva administración norteamericana. Al convertir a sus dirigentes en un grupo de cretinos enloquecidos, demostramos muy poca capacidad para interpretar el potencial humano de aquel país, aunque tenemos pruebas evidentes de ello cada día desde hace mucho tiempo.

Bastaría recordar que han sido Estados Unidos quienes han tenido que sacar las castañas del fuego a Europa, para nuestra vergüenza y escándalo, o que la productividad y, por tanto, la renta de ese país cada vez se distancian más de las europeas, incluida la española. Este distanciamiento se debe precisamente a las diferencias de productividad entre ambos lados del Atlántico. Nos encontramos, pues, ante una administración que piensa de forma diferente, lo que no significa necesariamente que esté equivocada desde su perspectiva.

La estrategia de Trump se concreta en unos puntos clave:

  1. Necesidad y urgencia de reducir el déficit y el endeudamiento de Estados Unidos, que alcanza los 35 billones de dólares, lo que representa el 124% de su PIB. China, su gran adversario, sitúa su deuda en el 84% y además controla parte de la deuda estadounidense. La nueva administración considera que, si no reaccionan pronto, en las próximas décadas China se convertirá en la potencia hegemónica mundial, dejando a Estados Unidos endeudados y afrontando una crisis grave.
  2. Para reducir estas cifras astronómicas y evitar la crisis de la deuda, el propósito está claro: recortar al máximo los gastos y potenciar al máximo los ingresos. Trump utiliza una estrategia inicial dura que posteriormente facilitará una suavización de los recortes, pero dejando claro desde el principio la magnitud e importancia de la situación.
  3. La política económica es una pieza clave en esta estrategia, claramente concebida por Trump y su equipo de asesores económicos antes de alcanzar la presidencia. Pretende evitar la fuga de capitales, atraer más capital extranjero (lo que supone un riesgo adicional para Europa, que ya experimenta una fuga de capitales) y potenciar la producción estadounidense generando puestos de trabajo, especialmente en la industria, con salarios dignos que reviertan la depresión salarial de amplios sectores laborales en Estados Unidos.
  4. Para ello, también necesita poner fin inmediatamente a las guerras en Ucrania y Oriente Medio, que suponen un agujero negro en las finanzas estadounidenses, restaurar las relaciones comerciales con Rusia y alcanzar acuerdos positivos. Como ocurre con Europa, Estados Unidos y Rusia tienen economías complementarias. Además, esta estrategia amistosa con Rusia alejaría a Putin de China, algo contrario a lo que ha logrado hasta ahora la estrategia europea y de la administración Biden. El peor escenario para Occidente sería una alianza permanente entre Rusia y China, el país más extenso junto al más poblado del mundo.
  5. A medio plazo, esta estrategia implicaría la eliminación de la OTAN y de las bases militares en Europa. Sin el enemigo soviético, hoy ruso, la OTAN no tiene sentido, lo que supondría un ahorro significativo para Estados Unidos. Esto obligaría a Europa a gastar mucho más en defensa propia, con el incentivo de que más del 50% de ese gasto se haría en compras en Estados Unidos, ya que Europa no tiene alternativas suficientes.
  6. Los aranceles son un capítulo clave. La estrategia prevé clasificar a los países en tres grupos: aliados con una mayor cooperación, países en negociación con margen de acuerdo pero no aliados, y adversarios, con los que se ejercerá la máxima presión mediante políticas arancelarias.
  7. El equipo de expertos de Trump da por hecho que habrá una recesión inicial, pero no la ven como un problema, sino como una necesidad que aportará varias ventajas. Una de ellas será que la Reserva Federal finalmente reducirá los tipos de interés, objetivo perseguido desde el principio por la nueva administración para relanzar a la industria estadounidense.
  8. También pretende debilitar deliberadamente al dólar para facilitar la reestructuración del comercio global en favor de Estados Unidos. Con una moneda más débil, sus exportaciones serán más competitivas.
  9. Las caídas en bolsa no preocupan a la administración Trump, ya que consideran que esta actividad financiera no refleja necesariamente la situación económica real del país a corto plazo. A Trump le interesa especialmente la reacción de los grandes empresarios estadounidenses, aquéllos que trabajan en la economía real, que determina a largo plazo la buena o mala evolución del país.
  10. Por último, prestan mucha atención a la confianza y percepción subjetiva de los inversores respecto al futuro del país, siguiendo la teoría keynesiana de que la percepción determina el comportamiento de los inversores. Por eso Trump mantiene un discurso continuamente optimista y grandilocuente.

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