Ya sabemos que un tótem es algo que tiene un significado simbólico importante para un grupo de personas, para una tribu. Sirven como emblemas de estos grupos, les dan identidad e incluso desarrollan rituales.
El tabú, por su parte, es una prohibición contra ciertas acciones, objetos o palabras que se consideran sagradas y que, por tanto, no pueden ser abordadas o al menos no críticamente.
La pornografía como tótem y tabú
La pornografía es a la vez el tótem y el tabú de nuestra sociedad. Por un lado, reconocemos que es negativa por el acceso de los menores y se constata con escándalo que cada vez acceden a una edad más joven, entre los 6 y 12 años, y de forma más intensa. Los resultados son menores traumatizados, por lo que pueden verse afectadas sus conductas y creencias sexuales presentes y futuras. También presentan síntomas de trauma psicológico, de modo que el gobierno ha ideado una aplicación que los expertos definen como perfectamente inútil para evitar o dificultar el acceso de los menores a este tipo de páginas.
Pero lo que no se plantea es que también los adultos se ven afectados negativamente. El razonamiento que se hace es que es necesario diferenciar entre «uso no problemático» y las situaciones de abuso o adicción, que es cuando el daño comienza. Consecuencias negativas de carácter psicosocial: ansiedad, depresión, irritabilidad, baja autoestima, dificultades racionales y problemas relacionados con la propia respuesta sexual, incremento de la agresividad en este terreno o disfunciones en este orden.
El fenómeno masivo de la pornografía
El problema que no quiere reconocerse es que, primero, se trata de un fenómeno masivo. Las encuestas señalan que, al menos, el 80% de los hombres ha accedido a ella en algún momento de su vida. Sin embargo, es que, hasta un 70% son consumidores frecuentes. Esto significa, seamos moderados, que al menos la mitad de la población masculina es adicto o hace un abuso. Es lógico que así sea, porque el acceso fácil y la gran gratificación que genera contiene todos los ingredientes para generar adicción. El problema es de los hombres, pero crece entre las mujeres y las estimaciones más prudentes indican que un tercio de éstas también acceden a ellas.
Pero claro, no se puede hablar, es un tabú restringir, penalizar, disuadir del acceso a la pornografía a todos los efectos, aunque es evidente que difícilmente los menores corregirán la propensión a su acceso si sus padres, maestros o monitores no son personas que rechazan claramente la pornografía.
La sociedad y los tótems
Y esto es así porque, como en otros aspectos relacionados con el sexo, la pornografía se ha convertido en un tótem de nuestra sociedad, como el aborto, estrechamente vinculado a la multitud de relaciones sexuales, o las identidades de género. El resultado está a la vista y los gobiernos actuales, como obedecen al tabú y rinden pleitesía al tótem, nunca resolverán la cuestión.
Mientras, va creciendo la sociedad enferma de adicciones y dependencias de todo tipo: pornografía, prostitución, móviles, drogas ilegales, drogas legales, juego. Si alguien quiere detenerse a pensar cómo puede acabar todo esto, se dará cuenta de que en ningún caso la respuesta puede ser mejor que el calificativo de catastrófica.
La pornografía es a la vez un tótem y un tabú de nuestra cultura contemporánea, afectando tanto a menores como a adultos. Descubre sus impactos psicosociales Share on X