Ahora que CiU no existe, es fácil cargar contra los pactos del Majestic que permitieron llevar al PP por primera vez al gobierno. La realidad es que aquéllos fueron para Cataluña los mejores acuerdos que se han hecho nunca, basta con recordar algunos elementos.
Un nuevo sistema de financiación, que no era lo suficientemente bueno, como todos, pero mucho mejor que el preexistente. La liquidación de los gobiernos civiles, que ya nadie recuerda que existían y que eran el resto político más importante de la derrota de Cataluña en 1714. El traspaso total de la policía de tráfico, que de la Guardia Civil pasó a manos del Mossos d’ Escuadra. Éste era un capítulo que el Estatuto de autonomía no había contemplado, a diferencia del País Vasco, y constituía un importante agujero en el modelo policial integral que se quería para la Generalitat, como así ha acabado siendo. También se pactó la revolucionaria liquidación del servicio militar obligatorio y otras muchas cuestiones. Hay un antes y un después de los pactos del Majestic.
Ahora ERC está en semejante tesitura: si aprueba los presupuestos en su tramitación definitiva, Sánchez continuará en el gobierno hasta la nueva cita electoral. Si se opone, este gobierno caerá porque no puede sumar los votos necesarios con los demás socios. Por tanto, la fuerza de ERC hoy es parecida a la que Pujol tenía cuando puso sobre la mesa el pacto del Majestic.
Es el momento de impulsar un Majestic 2 con un paquete de acuerdos que cambiarían sustancialmente la negativa inercia autonómica actual. Al menos hay 5 grandes cuestiones que deberían acordarse:
- Las características de la nueva financiación económica, como hizo Pujol, y los plazos en los que la ley se llevaría a cabo.
- El traspaso completo de Cercanías Renfe
- Una vieja e importante reivindicación de que los gobiernos independentistas parecen haber olvidado, y que consiste en el cumplimiento inmediato de todas las sentencias del Tribunal Constitucional que han dado la razón a Catalunya y que los correspondientes gobiernos españoles se han pasado por el forro.
- Otra vieja reivindicación, la limitación a lo que es su naturaleza real de las leyes de bases. Estas leyes son utilizadas sistemáticamente por el estado para erosionar las competencias autonómicas.
- Y decisivo, acordar la tramitación de las leyes correspondientes que, de acuerdo con la sentencia del TC sobre el Estatuto de Autonomía, permitiría recuperar muchas de esas que el propio TC dejó sin efecto, no para que no pudiera llegar a ejercerlas la Generalitat, sino porque no podían nacer de una regulación estatutaria, sino que debían tener su origen en leyes orgánicas del Estado.
ERC debe demostrar que no es verdad lo que su interlocutor de presidencia, Félix Bolaños, va predicando: «el proceso soberanista está terminado» (a subrayar que no habla de independencia, tira aún más corto). La mejor forma de desmentir estos hechos es con pactos que realmente signifiquen hacerle un pulso al gobierno y no quedarse en el puro maquillaje.