La noticia de que el hospital del Pallars podrá practicar abortos farmacológicos ha sido considerada como un avance del departamento de Salud. También ha anunciado que esta práctica se extenderá a los hospitales de la Cerdanya y la Vall d’Aran. Parece claro, por tanto, que el gobierno de Cataluña está preocupado por facilitar que las mujeres de esta región puedan abortar con la máxima facilidad. Lo lamentable del caso es que al mismo tiempo no se adivina una preocupación similar para conseguir una mejor natalidad de unas comarcas que pronto tendrán que cerrar por falta de población.
En el Pallars Sobirà sólo viven 7.000 personas. En el Pallars Jussà 13.000, en la Cerdanya 18.000 y en la Vall d’Aran 10.175. Vive tanta gente, o tan poca, como las que puedan vivir en una sola manzana de la ciudad de Barcelona. Además, su tasa de natalidad es de derribo. Sólo entre un 6 y un 7 por mil sobre el total de la población y con carácter decreciente. Cada año nacen menos niños.
Si la situación de Cataluña es negativa con una tasa bruta de natalidad de 8 por mil, las que ofrecen aquellas comarcas pirenaicas son aún mucho peores. Pero en realidad es toda Cataluña quien sufre una profunda crisis en este sentido. Desde 2009 las tasas son negativas, y en 2019 sólo nacieron 61.548 personas, con un peso creciente de los hijos de la población inmigrante, que presenta una tasa de natalidad más elevada. No hay cifras todavía sobre el año pasado, pero los avances de información sobre el conjunto de España señalan una caída importante del número de nacimientos, lo que terminaría por derrumbar la frágil situación demográfica de nuestro país.
Este hecho amenaza gravemente al futuro porque una merma continua de población activa autóctona determina que, o bien la productividad de los que trabajan crece con la misma proporción, lo que por ahora no hace, o bien la renta del país tiende a reducirse. En este sentido el futuro de Cataluña a largo plazo pinta muy mal. De hecho se corresponde con aquella obra histórica de José A. Vandellós reeditada varias veces «Cataluña pueblo decadente«.
Mientras tanto, el gobierno de la Generalitat se dedica al aborto.