Es alarmante la situación de los Países Bajos y Suecia, con una tasa de asesinatos extraordinariamente alta para Europa y con bandas que amenazan a la autoridad política del país. Son escenarios más cercanos a América Latina o a África que a Europa. ¿Cómo es posible que dos de los países más acomodados, con sólidos estados del bienestar, hayan degenerado tanto? Si a ellos les ha sucedido, ¿podemos seguir nosotros el mismo camino?
Un libro publicado en 2014 y reeditado recientemente, “La Sociedad Desvinculada” de Josep Miró i Ardèvol, analiza lo que podríamos considerar las causas radicales de un proceso de degradación que amenaza a nuestra sociedad acomodada y que puede dar lugar a escenarios como los de Países Bajos y Suecia.
Fruto de una década dirigiendo el Instituto del Capital Social (INCAS) de la Universidad Abat Oliba CEU, surgió y desarrolló el concepto de la desvinculación, como expresión y síntesis de las causas globales que dan lugar a una serie de rupturas y de crisis. En este libro se define que esta cultura se fundamenta en considerar la realización del deseo personal como lo genial al que deben supeditarse todos los demás bienes personales y colectivos, y que genera una sociedad formada por individuos que consideran que el bien es lo que les conviene y la justicia lo que les favorece.
El libro desarrolla toda una articulación e identifica que la cultura de la desvinculación se basa en cinco componentes: una cultura de la transgresión bajo la idea de que todo es relativo y que la sociedad es algo infinitamente flexible y moldeable, y que dar libertad al ser humano de toda tradición y cultura religiosa es fundamental.
Esta transgresión también significa la liquidación de cualquier canon cultural, lo que de rebote comporta la destrucción de las guardas reales, ya que para que existan, es necesario que existan cánones contra los que ejercer una dialéctica. El cientismo, la pretensión de que la ciencia ocupe el lugar de la religión, la moral y la filosofía. No hay necesidad de discernimiento sobre lo que es bueno hacer, sino que es bueno todo lo que la ciencia puede hacer.
El correlato del cientismo es el materialismo práctico que abjura de todo sentido de trascendencia, no por razón filosófica o moral alguna sino porque considera que no hay necesidad de reflexión sobre los fines del hombre. Esta corriente se articula fácilmente con otras dos características que están en el trasfondo de la desvinculación: el hiperconsumismo y el narcisismo. Una debilidad de nuestra civilización que Christopher Lasch ya trató en su obra “La cultura del narcisismo” (1979).
Todo esto conduce a grandes rupturas:
- Una es la antropológica y moral, que tiene muchas consecuencias y que es la madre de muchas de las políticas.
- Otra es la ruptura de la solidaridad entre generaciones, que tiene en la crisis ambiental, el gran endeudamiento público y la crisis de las pensiones, sus mayores manifestaciones, pero no únicas.
- La destrucción del sentido del trabajo como factor de realización humana, la creciente incapacidad para educar y la ruptura de la desigualdad social manifiesta que la globalización, la financiera de la economía, la robotización y la IA acentúan.
- Por último, la crisis de la desvinculación política, porque las decisiones de los partidos y gobiernos están profundamente desconectadas de la vida de la gente.
Indagar sobre todo esto, mostrar su relación con las crisis y fenómenos que nos afectan el día a día, es la tarea hecha por este libro, «La Sociedad Desvinculada» . Constituye un instrumento necesario para entender los hechos en los que vivimos y las causas que hacen posible que sea calificado de tiempo de policrisis. Si a todo esto se le añade una lectura fácil, es indiscutible que se trata de un libro inseparable para un buen período de vacaciones.