La lectura profunda de la encuesta de La Vanguardia lleva a la desolación

Este pasado fin de semana se han publicado dos encuestas, una de GAD 3 en La Vanguardia y la otra de GESOP en El Periódico, que dan resultados perfectamente contrapuestos. En la primera gana claramente ERC, pero en El Periódico es el PSC quien lo hace. En la de La Vanguardia este partido ocupa el tercer lugar, mientras que es JxCat quien ocupa esta posición a la de El Periodico.

Pero hay que decir que el grado de acierto de GAD3 suele ser superior en la mayoría de elecciones.

Pero lo que resulta más interesante es la lectura de lo que es menos evidente en el caso de la encuesta de La Vanguardia, porque describe con cifras un panorama que en palabras podemos traducir como de desencanto, desengaño o frustración; desolador, en definitiva.

Para empezar la primera opción con diferencia a la pregunta ¿qué opción es mejor para gobernar? gana la opción «ninguna«, con el 35,5% de las respuestas. Si se añade un 3,6% que señala «otros», para indicar que no es una de las opciones encuestadas, el resultado se sitúa en el 40%. Este espesor tan grande de personas que consideran que nadie de los que se presentan tiene capacidad para gobernar, tiene su correlato con la modesta cifra 17,5%, que consideran que es ERC el partido que mejor puede hacerlo. En otros términos: el previsible ganador de las elecciones tiene más de un 82% de opiniones que consideran que no es el mejor para gobernar. El PSC llega al 15,1%. Ambos partidos están gobernando y este hecho no les otorga, como sería normal, ninguna prima especial; no se han ganado la aureola de partidos de gobierno. Y este es un primer factor de desencanto y frustración.

Un segundo nace de la previsible baja participación. Aquellos que están seguros de que irán a votar se sitúa de momento en el 55% del electorado, una cifra que si se mantiene es muy escasa. De los que no participan, un 12,5% parecen proceder del campo independentista mientras que un 10,9% proceden del campo constitucional o unionista porque opinan que no hay que ir a votar porque el estado ya vela para que no haya independencia (6, 6%) o bien porque siempre ganan los nacionalistas y es inútil (4,3%). Pero el grupo más numeroso, 21%, es aquel que sencillamente no votará porque no se siente bien representado por nadie. Habrá que ver si a lo largo de la campaña el abstencionismo se reduce, porque si la participación se sitúa en el 60% o menos, se produciría un importante cuestionamiento del resultado electoral. En realidad, el no ir a votar puede significar una forma de protesta ciudadana por el mal funcionamiento de partidos y gobierno.

El tercer indicador del desencanto surge de que la combinación de pandemia y elecciones no es demasiado favorable a la participación, y también permite entrever el poco entusiasmo que impera. Sólo un 43,6% considera que se deben hacer elecciones en la actual evolución de la pandemia, mientras que un 30,8% sostiene que no se deben hacer en ningún caso y un 21,7% que se deben suspender si el escenario empeora.

Un cuarto proviene de la situación política, valorada negativamente y con pocas esperanzas de mejora. Un 51,4%  la valora como mala y un 32,4% como regular. La visión positiva por lo tanto es ínfima, pero es que cuando se pregunta cómo será dentro de un año, un 34% considera que se mantendrá igual y encima un 27% piensa que puede empeorar. Poca esperanza se percibe en los electores en la mejora que puede representar el resultado electoral.

Finalmente y como remate final, el gobierno que salga tendrá un muy flaco apoyo de los ciudadanos. Posiblemente por esa falta de horizontes se produce un dato sorprendente cuando se observan los soportes de las coaliciones, que son absolutamente necesarias para poder gobernar dado que nadie logrará la mayoría absoluta. La que tiene más aceptación es la formada por JxCat y ERC con el apoyo de la CUP, y llega a tener la preferencia de un migrado 23,8% de los votantes. Esta cifra es claramente inferior a la suma de los votos de cada uno de los componentes de la coalición, lo que augura un gobierno débil y tormentoso. El tripartito formado por ERC, PSC y Comuns, sólo alcanza un 17,7% del apoyo cuando el voto de los tres partidos representa el 50,5%! Esta escasez en los resultados produce una paradoja: el tripartito es la única combinación que logra la mayoría absoluta de los votos (50,5%) porque el independentismo no llega al 50%, pero como coalición sólo le saca 2 puntos de ventaja a la que formarían los unionistas (15,6%), que por separado suman sólo el 20% de los votos. Votados uno a uno los partidos de un posible tripartito le sacan 30 puntos de ventaja a los unionistas, pero formando coalición, tan sólo 2. La debilidad interna y de apoyo ciudadano de las coaliciones de gobierno no augura nada bueno.

El panorama es, por tanto, realmente desolador: una visión negra sobre el presente y el futuro, escaso apoyo para las coaliciones que pueden gobernar, hasta extremos inauditos. Con las elecciones tal como están planteadas, y a no ser que haya un vuelco muy importante, es muy difícil que salga nada que permita hacer pensar que Cataluña podrá superar su crisis política.

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