La guerra feminista hace crecer la polarización política

Los datos de varios centros de estudios de EE.UU., Corea y Alemania señalan la creciente y sorprendente polarización entre las opiniones políticas de las mujeres y los hombres en un esquema de perfil anglosajón, entre liberales y conservadores, que equivaldría a nuestra calificación de izquierda y derecha, para una población entre los 18 y 29 años.

Estos datos hacen referencia a 4 países bien diferentes, Corea, EE.UU., Alemania y Reino Unido y todos muestran lo mismo. A partir de 2010, y sobre todo a partir de 2015, las mujeres tienden a evolucionar de forma creciente hacia la izquierda mientras los hombres se inclinan en el sentido absolutamente opuesto, rompiendo así el statu quo anterior, donde las preferencias iban más o menos parejas o los hombres se inclinaban en una proporción ligeramente superior hacia la izquierda. El cambio, como muestran los gráficos, es muy radical y ayuda a entender cómo el feminismo de la guerra de géneros está contribuyendo a la creciente polarización de nuestra sociedad.

El correlato de esta evolución política podemos encontrarlo en la encuesta del CIS, que señala como un elevado porcentaje de hombres, mayoritarios entre los más jóvenes, se consideran discriminados, opinión que comparte una tercera parte de las mujeres. Además en el caso de España, este hecho está más acentuado porque la legislación española está muy decantada hacia el feminismo de guerra. Tanto que no ha logrado exportar su legislación a la UE, como era su deseo, viendo rechazado el intento español de regular la violencia machista con parámetros propios de nuestra legislación. No existen leyes similares, por ejemplo, a la de la lucha integral contra la violencia de género, fuera de nuestro país.

Es lógico que crezca la irritación y que ésta se traduzca en actitudes políticas. Por citar dos ejemplos de ahora mismo. La Asociación Progresista de Jueces y Juezas por la Democracia denunció que en la presidencia del acto de entrega de despachos de la 72ª promoción de la carrera judicial, celebrada en Barcelona, ​​no había ninguna mujer en la mesa presidencial. Cuando un hecho de este tipo ocurre, las protestas se hacen inmediatamente presentes. Pero cuando el hecho es el opuesto, como por ejemplo se entregan premios y sólo son beneficiarias mujeres, entonces aquí la paridad no cuenta. Existe una asimetría de trato en función de la bondad del tema. Por ejemplo, en Ucrania que tiene un serio problema para reclutar nuevas levas que sustituyan a las que llevan 2 años de lucha, establecen la obligatoriedad de ir al frente a partir de los 25 años para todos los hombres, pero en el caso de las mujeres esa obligación no existe.

Estas dificultades no impiden que se reclame la paridad en las fuerzas policiales y en el ejército y, especialmente, en los mandos, aunque a la hora de la verdad si la exigencia es extrema, las mujeres lógicamente son excluidas.

Este feminismo de guerra juega todas las cartas porque al tiempo que levanta la bandera del machismo estructural de los hombres, no se cansa de exhibir modelos de mujeres “empoderadas”, considerando tal poder como la simple exhibición de su atractivo sexual. Shakira lo ha demostrado ampliamente después de la ruptura con Piqué, y ahora mismo Bad Gyal lo constata con su actuación en el Palau Sant Jordi considerada como una proyección del poder de la mujer y donde la crónica publicada en La Vanguardia decía: “este culo te lo clavo como astilla”; cantó en “bota niña”, moviendo espasmódicamente la cintura a cuatro patas mientras la cámara enfocaba con fijación a sus espaldas, como hizo en numerosas ocasiones durante la noche. No en vano, la artista se ha apropiado del perreo.

Esta propensión al exhibicionismo sexual no puede ser criticado siquiera por razones de buen gusto o porque la excitación sexual no es recomendable, por la sencilla razón de que lo hace una mujer. No sólo eso sino que transforman en políticas cuestiones tan personales e íntimas como la menstruación.

Como explicaba El País el sábado 10 de febrero, que junto a La Vanguardia son la punta de lanza del feminismo de la guerra, «La regla sale del armario» y se transforma en una reivindicación política que exhibe textos tan intelectualmente  ilustrativos como “tu dedos en mí braga con regla” o “la mitad que sangra” .

El feminismo de la lucha de géneros parte del principio incuestionable de que sus concepciones son superiores a cualquier otra formulación. Es un mimetismo del marxismo o del leninismo. Aunque basta con mirar la actuación de las mujeres políticas para convencernos de que no es así. Basta con ver las guerras entre ellas y con los demás, de Carmen Calvo, Yolanda Díaz, Irene Montero, la «grande» y la «chicha», Ione Belarra o Ada Colau para ver cómo contribuyen a la degradación del debate político, convertido en un gallinero en el que la discusión y la descalificación infinitas hacen imposible toda política de acuerdos y búsqueda del bien común.

La cosa está muy clara. Sólo hace falta reconocerla. O bien se expulsa del poder a la cultura del feminismo de guerra, o ésta liquidará a la sociedad porque habrá roto lo esencial, la relación entre hombre y mujer, marido y mujer, padre y madre, abuelo y abuela.

Creus que el PP mantindrà la majoria absoluta a Galícia?

Mira els resultats

Cargando ... Cargando ...

Print Friendly, PDF & Email

Entrades relacionades

1 comentario. Dejar nuevo

  • Este feminismo, más que de guerra, es de dominación, no sobre los hombres, sino sobre las mujeres. Lo que fue conciencia de clase ahora es conciencia de género, una forma de aglutinar y conglomerar para mejor manipular. El poder feminista trata de apropiarse de las mujeres para hacer de ellas una fuerza destructiva.
    Es triste que haya mujeres de buena fe, pero sin sabiduría, que se sometan a este poder maligno y se dejen llevar por una ideología surgida del resentimiento y el odio, además de fundamentada en falsedades. Una ideología que lejos de dignificar a las mujeres como personas que son, las degrada atribuyéndoles, por ejemplo, el derecho a abortar, una barbaridad indigna que hace de la mujer una máquina reproductiva con capacidad para desechar sus productos según los criterios prescritos por una ley criminal.

    Responder

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Rellena este campo
Rellena este campo
Por favor, introduce una dirección de correo electrónico válida.

El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.