La COVID representó la peor tragedia que ha vivido España desde el fin de la Guerra Civil. En primer lugar, por el número escalofriante de víctimas mortales; después, por los estragos de la COVID persistente y los daños psicológicos, sobre todo en menores y adolescentes, que ahora se manifiestan en toda su gravedad.
Además, alteró profundamente la economía, por lo que, en términos de salarios e ingresos reales (es decir, descontada la inflación), justo ahora, como valor medio y, por tanto, no para todos, nos estamos recuperando.
Los salarios, descontada la inflación, son ahora sólo un 2% superiores a los de 2018, lo que significa que una parte de la población, el 20% con menos ingresos, continúa en pérdidas, porque son los que más gastan en proporción en alimentación, cuyos precios son muy superiores a la inflación acumulada desde aquella fecha, que fue del 1 la subida fue del 37,9%.
Ahora, un estudio publicado en Plos Medicine , realizado por un equipo dirigido por Ahmadi-Abhari del Imperial College de Londres, ha determinado los daños en los términos que más cuentan: los años de vida perdidos entre 2020 y 2022. Éste es el resultado para los principales países de Europa:
Años de vida perdidos
- España: 3,2 millones de años de vida perdidos
- Francia: 1,1 millones de años de vida perdidos
- Italia: 1,8 millones de años de vida perdidos
- Reino Unido: 2,3 millones de años
- Alemania: 2,5 millones de años
- Polonia: 2,5 millones de años
Lo extraño, anómalo, y que muestra la indefensión en la que vive la sociedad española es que no se haya producido ningún escándalo político y mediático con la publicación de estos datos, porque estas cifras deben relacionarse con la población de cada país en el 2022:
Población 2022
- España: 47.475.420 habitantes
- Francia: 65.354.806 habitantes
- Italia: 58.997.002 habitantes
- Reino Unido: 67.596.281 habitantes
- Alemania: 82.700.000 habitantes
- Polonia: 37.881.467 habitantes
Esto significa que España encabeza la lista de años de vida perdidos por cada 100.000 habitantes:
- España (6.740)
- Polonia (6.599)
- Reino Unido (3.400)
- Italia (3.051)
- Alemania (2.780)
- Francia (1.682)
España emergió con el más doloroso testigo, registrando 6.740 años de vida perdidos por cada 100.000 habitantes. Es una cifra muy grande, son muchas vidas perdidas referidas al conjunto de la población. Fue algo terrible… que hemos dejado pasar; lo han dejado pasar el gobierno y los medios de comunicación sin indagar el porqué.
¿Cómo fue posible una tragedia de esta magnitud y cómo es posible que Italia, que fue el primer país afectado y, por tanto, el que no tenía referencias previas, tenga menos de la mitad de muertos, mientras que aquí, cuando empezó, ya teníamos una primera experiencia con lo que estaba sucediendo en ese país?
Muy cerca en intensidad, Polonia sufrió 6.599 años perdidos por cada 100.000 habitantes, pero es evidente que el gasto público en salud de ese país es del orden del 60% de la española y, por tanto, su sistema estaba menos preparado. Sin embargo, no encabeza la lista. Incluso Polonia salió, algo, mejor parada que España.
A partir de ahí, el impacto se reduce notablemente. Reino Unido, con 3.400 años perdidos por cada 100.000 habitantes, registró los errores iniciales cometidos por el gobierno inglés y su subvaloración inicial de la pandemia, pero aún así está a años luz de España.
En Italia, el cabeza de turco, el lugar donde entró la COVID, y pese a tener un sistema administrativo que no es brillante, da lecciones a España con 3.051 años perdidos por cada 100.000 habitantes.
Por último, los menos afectados: Alemania, con 2.780 años perdidos, y Francia, que se situaba con el menor ratio de 1.682, lo que demuestra que fueron los más eficaces, con medidas como los trenes medicalizados para trasladar a enfermos muy graves de UCI saturadas a otros que podían atenderles.
El desastre español fue inmenso, pero el gobierno de Sánchez, en contra de sus promesas, no constituyó comisión alguna para indagar qué funcionó mal, incluidos los que ahora vemos como foco de corrupción sistémica.
El Congreso no constituyó comisión alguna, ni tampoco lo hizo el Senado, ni siquiera ahora, cuando el PP tiene mayoría. Y ahí está una de las claves del silencio: como las competencias en Sanidad están repartidas entre las autonomías y el gobierno español, tampoco los populares han tenido mucho interés en servir a la verdad.
Los aliados menores del gobierno han seguido la misma pauta, y VOX, una vez más, ha mostrado su impotencia política frente a un hecho de dimensión histórica; repitámoslo: la segunda mayor tragedia desde la Guerra Civil.
Pero es que los medios de comunicación han desertado de su deber de exigir explicaciones, una comisión independiente, un libro blanco. La Fiscalía General del Estado y el Defensor del Pueblo ya demostraron con su desinterés que son simples agencias gubernamentales, y las famosas «élites» de nuestra sociedad, intelectuales y económicas, se han dedicado a la contemplación silenciosa.
El resultado es evidente: fue un desastre, se pagó con muchas vidas innecesarias, sobre todo de personas mayores, a las que no se les ha honrado con la verdad y el esclarecimiento de los hechos y, lo que aumenta la gravedad de la omisión, sin extraer las conclusiones que nos permitan actuar mejor en el futuro.
Y la guinda del pastel: el segundo responsable; el primero es Sánchez, el ministro de Sanidad Salvador Illa, ha cobrado los dividendos de los silencios cómplices y ahora se ha transformado en el hombre que va a resolver los problemas de Catalunya.
Con este precedente, no debe extrañarnos que, a día de hoy, los resultados de su gestión, si dejamos de lado que ha llovido mucho, se reduzcan a tres: todo sigue funcionando de mal en peor, todo son promesas a años vista, y eso sí, nos cuesta un ojo de la cara su página de publicidad diaria en los periódicos (a veces dos). ¿Será por dinero?
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