Leídos los datos de la encuesta de movilidad en día laborable del Área Metropolitana de Barcelona (AMB) sin intención ideológica ni voluntad de adoctrinamiento, el resultado es muy claro y las políticas deben orientarse en función de este resultado.
Primero, la mayoría de la gente se traslada a pie, prácticamente el 50% de los desplazamientos, lo que representa 9,56 millones de viajes. A pesar de este hecho, el peatón es para nuestros gobiernos municipales y de una forma descarnada los de Barcelona, un residuo. Es el «bienqueda» porque todo está montado en su contra cuando debería ser exactamente lo contrario. Es la forma masiva de desplazarse y también la más sana, mucho más que el invento del patinete, que es una máquina de fabricar obesos.
El coche representa el 25% de los desplazamientos y 5,56 millones de viajes. Un poco menos que el año pasado y que en 2019, que registró el máximo, 5,91 millones, pero más que todo el periodo anterior desde 2013 hasta 2017. Por lo tanto, la idea de que el coche ha aflojado, si se mira con la perspectiva de unos años, se ve que no es real.
El transporte público, sin contar Cercanías, es decir, autobús, metro y FGC, representa solo el 17,6%, y esta es una anomalía que significa que el sistema público no funciona o bien le falta capacidad, no tiene un buen intercambio de medios, no está bien articulado con Cercanías, el gran ausente de la encuesta, o todo junto. Pero es evidente que la cifra es ridículamente baja, más considerando el coste que tiene para el erario público porque el billete que pagamos no lo cubre totalmente.
La bicicleta y el patinete tienen una participación marginal del 2,4%, y esto significa que apenas llegan al medio millón, pero por razones ideológicas son la niña de los ojos de los gobiernos municipales que, con esta y otras cuestiones, tienen un empacho de ideología de lo ideológicamente correcto y un déficit de análisis de la realidad. La solución no es la bicicleta y menos el patinete. La respuesta es caminar y mejorar el transporte público y no fastidiar mientras tanto a los coches, sino facilitar su actividad, que es la mejor manera para que contaminen menos.
Las motocicletas tampoco aportan una gran respuesta, ya que significan el 4% de los desplazamientos y, por lo tanto, no llegan al millón.
Estas cifras deberían servir a los poderes municipales y metropolitanos para reordenar de una vez y con ambición la movilidad global del AMB y de Barcelona, y para deshacer burradas como la del Carril Bici de Via Augusta. También debería servir para que la ciudadanía fuera más consciente de la realidad y actuara organizadamente para conseguir que nos atiendan y nos sirvan como merecemos, empezando por la gente que camina.