Las alarmas ya deberían haberse disparado cuando la Mocro Maffia se consolidó en los Países Bajos hasta poner en jaque al Estado. La Mocro Mafia se ha apoderado del negocio de la droga en los Países Bajos de forma significativa en los últimos años, convirtiéndose en una de las organizaciones criminales más poderosas y temidas de Europa. Surgió a mediados de los años 80, formada principalmente por neerlandeses de origen marroquí. Inicialmente, empezaron controlando el tráfico de drogas en la ciudad de Rotterdam, uno de los puertos más importantes de Europa. Desde allí, fueron expandiendo su influencia y sus operaciones. A todo esto no le fue ajena la permisividad social y legal con el consumo de drogas, especialmente la marihuana, y el fomento de un turismo de esa naturaleza. Esto conduce a una escalada de negocio y a drogas más duras y rentables.
El éxito de la Mocro Maffia se debe en gran parte a su control sobre los principales puertos de entrada de drogas en Europa: Rotterdam es la base principal de operaciones de la organización. Se estima que entre el 50% y el 80% de la cocaína que se consume en Europa pasa por ese puerto. En Bélgica, el puerto de Amberes se ha convertido en otro importante centro de distribución de cocaína controlado por la Mocro Maffia; como un cáncer, el problema se ramifica. La carretera que une estos dos puertos es conocida como la «autopista de la droga» debido al intenso tráfico de estupefacientes.
La Mocro Maffia ha establecido una amplia red de conexiones internacionales que le permite dominar el mercado de la droga: vínculos con mafias del norte de África para el tráfico de hachís, contactos con cárteles sudamericanos para el tráfico de cocaína, conexiones con Irán y otros países.
Además del narcotráfico, la organización se ha expandido a otras actividades criminales, cumpliéndose así otra ley no escrita, como la de la ramificación. Se trata de tráfico de armas, contrabando de cigarrillos y alcohol, y quizás el más peligroso, el tráfico de personas.
Otra característica común a las grandes bandas dedicadas a la droga es su extrema violencia y su disposición a desafiar abiertamente a las autoridades: han amenazado a figuras prominentes como el ex primer ministro Mark Rutte y la princesa heredera Catalina Amàlia de Orange y se les atribuye el asesinato del periodista Peter R. de Vries en 2021.
El poder económico de la Mocro Maffia es considerable. Solo en Amberes, se calcula que el tráfico de cocaína mueve 50.000 millones de euros, cinco veces el presupuesto de la ciudad. En 2021, las autoridades neerlandesas interceptaron 72,8 toneladas de cocaína, un 74% más que en 2020, lo que indica el crecimiento del negocio. La Mocro Maffia ha logrado establecer un control casi hegemónico sobre el tráfico de drogas en Países Bajos y Bélgica, aprovechando su posición estratégica en los principales puertos europeos, sus conexiones internacionales y su disposición a utilizar la violencia extrema. Su influencia se ha extendido más allá de las fronteras neerlandesas, convirtiéndose en una amenaza significativa para la seguridad en toda Europa.
El otro caso espectacular es Suecia, que comparte con los Países Bajos ser un emporio del estado del bienestar y una democracia muy desarrollada. Le sirvió de poco para afrontar la extensión de la mafia de la droga. La situación del crimen organizado en Suecia ha alcanzado niveles alarmantes, llevando al gobierno a tomar medidas sin precedentes, incluida la intervención del ejército.
La violencia relacionada con el narcotráfico ha aumentado drásticamente en los últimos años: hasta el 30 de septiembre de 2023, 42 personas fueron asesinadas por arma de fuego y 80 resultaron heridas. En septiembre de 2023, 12 personas murieron a causa de conflictos entre clanes de narcotráfico para una población de 10,5 millones de habitantes. En todo el país se ha registrado un aumento en tiroteos y atentados con bomba desde 2016. Los clanes mafiosos han establecido un fuerte control en varias ciudades: en Estocolmo, se han identificado 1077 personas pertenecientes a 40 clanes de narcotráfico. Estos grupos están involucrados en más de la mitad de los eventos violentos relacionados con el crimen organizado. La mafia se ha establecido principalmente en suburbios con alta población inmigrante.
La situación ha generado una crisis de seguridad y confianza en las instituciones: ciudadanos inocentes han sido víctimas de la violencia, incluido el asesinato de una niña de 12 años en 2020. El miedo se ha extendido a los suburbios, donde las bandas organizan el tráfico de drogas y practican la extorsión. La policía se ha visto desbordada, admitiendo su impotencia frente al creciente poder de los clanes. Ante la gravedad de la situación, el gobierno sueco ha tomado medidas extraordinarias de tal modo que el primer ministro Ulf Kristersson ha solicitado que las fuerzas armadas destinen recursos para combatir el narcotráfico. El ejército proporcionará soporte logístico, inteligencia militar y conocimientos contra amenazas. También se implementarán medidas como el uso de drones y la instalación de más cámaras en las calles.
Las autoridades se enfrentan a varios obstáculos en su lucha contra el crimen organizado. La mayoría de los asesinatos quedan impunes debido a la falta de capacidad de investigación de la policía. Además, las estructuras creadas por los clanes son duraderas y difíciles de desmantelar. Existe preocupación por la posible influencia de estos grupos en las esferas política y empresarial. La crisis ha llegado a tal punto que se compara con situaciones similares en Italia, donde se requirió la intervención del ejército para combatir la Camorra y la Cosa Nostra. La situación en Suecia representa un punto de inflexión en la lucha contra el crimen organizado en Europa, poniendo a prueba la capacidad del Estado para mantener el orden y la seguridad de sus ciudadanos.
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