La coalición de derecha italiana formada por Hermanos de Italia, la Liga y Forza Italia, el disminuido partido de Berlusconi, ha ganado con porcentajes que superan o rozan el 50% del voto en la Lombardía y en el Lazio.
Cierto es que la participación ha sido muy baja, como acostumbra a suceder en Italia cuando las encuestas presentan unas predicciones muy desequilibradas, que disuaden a concurrir, sobre todo a los presuntos perdedores, como así ha sido.
El hecho de que la coalición de derechas fuera unida a las elecciones, mientras que en el Lazio el Partido Democrático concurriera por separado del Movimiento 5 Estrellas, ha anticipado el desastre.
Pero a pesar de todo ello, hoy alcanzar la mitad de los votos o superarlos, como ha sucedido en la Lombardía, es un resultado arrollador y una reválida para la primera ministra Meloni, cuando lleva un poco más de 100 días en el gobierno. Es una ratificación de su política y la del Gobierno que preside. Esto también se ha hecho evidente, porque su partido, Fratelli d’Italia, es la primera fuerza en la región de Milán, feudo de su otro socio, la Liga.
La realidad pura y dura, es que la derecha le ha sacado más de 20 puntos de ventaja al primer partido de la izquierda, el Partido Democrático, y lo ha hecho en dos regiones claves, las que albergan una tercera parte de la economía italiana, concentran hoy millones de personas y reúnen las dos grandes capitales: son Roma y Milán. De esta manera, la coalición de gobierno controla las tres cuartas partes de las regiones italianas. No hay dudas sobre su actual hegemonía.
Todo esto lo ha hecho Meloni sin renunciar, a lo largo de su campaña, al que es su posicionamiento, diferenciado, también en las cuestiones de naturaleza social, del Partido Democrático de la izquierda.
Ha demostrado, eso sí, moderación y sentido del equilibrio en el gobierno, donde no ha habido grandes estridencias, ha mantenido su papel en la Unión Europea sin prescindir, a pesar de ello, de sus aliados en Hungría y en el partido gobernante en Polonia. Gobierna sin agresividad, sin golpearse el pecho y dar grandes alaridos, sin insultar y descalificar a los demás. Es más bien un puño sólido, no sé si de hierro, pero sólido, en guante de seda.
Esta línea de la derecha italiana, que precisamente se diferencia porque en el pasado reciente era más bien un estilo histriónico, contrasta con el escenario español, en el que la derecha aspirante al poder, en el caso del Partido Popular, considera que para ganar ha de parecerse lo más posible al Partido Socialista, mientras que VOX huye del comedimiento como el gato escaldado del agua fría. Contrastes.
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