Se ha hecho público un amplio estudio realizado por el sistema sanitario de Castilla-La Mancha, que es una de las comunidades más dañadas después de Madrid y Barcelona, sobre 10.504 pacientes de Covid-19 ingresados en los hospitales de aquella autonomía. El dato señala que el 6% de los ingresados terminaron en la UCI. Este estudio tiene como finalidad conocer cuáles son los signos más claros que preceden al ingreso en cuidados intensivos, de manera que facilite a quien sufre estos síntomas un tratamiento más inmediato y más enérgico que evite posteriores complicaciones. Pero el resultado también permite constatar cómo fueron discriminadas las personas de más de 70 años del acceso a la UCI con independencia de si lo requerían o no.
El perfil de persona que fue ingresada era la de un hombre de más de 56 años. Pero si se observan los datos generales por edades de las personas ingresadas en las UCI españolas, se constata que, pese a ser la mayoría de los ingresados en los hospitales, de los mayores de 70 años solo un 10,2% accedió a la UCI, y de más de 80 eran sólo el 1,2%. Estas cifras significan que prácticamente la UCI se concentró en las personas que tenían de 56 a 70 años y se descartaron las de edad superior, de modo que por debajo de este corte de edad todas las personas tenían los servicios de la UCI. En esta decisión no intervenía la necesidad ni las perspectivas, sino que fundamentalmente se hacía por una razón de edad. Es el mismo procedimiento que se ha seguido con las residencias para no trasladar a los enfermos más graves a los hospitales.
Hay muchas denuncias sobre el trato en las residencias en los tribunales. Veremos cómo se resuelven. Pero muy pocas en relación con el abordaje que ha hecho el sistema hospitalario por razones de edad. Esta es una herida abierta que no quedará cerrada hasta que un informe independiente clarifique la forma en que se procedió, un hecho improbable porque el mismo sistema hospitalario y la profesión médica no tiene un especial interés en que se conozca la realidad, con contadas excepciones, como la del médico especialista en medicina intensiva, Gabriel Heras, del Hospital Universitario de Torrejón, que impulsa el proyecto internacional para humanizar los cuidados intensivos a fin de garantizar un trato humano en esta fase tan difícil de la asistencia hospitalaria.
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