El segundo barómetro del año del Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat (CEO) ha merecido la atención habitual de los medios de comunicación muy centrada en la estimación de los escaños, que hay que decir que presentan un amplio abanico. Por ejemplo. En Comú Podem, que es uno de los grandes derrotados por la encuesta, obtiene entre 4 y 7 escaños. Ahora tiene 8. Si pierde 1 el retroceso es mínimo, pero si son 4 o 5 el bajón en términos reales es muy grande. También según la estimación el PSC queda primero con mayor probabilidad, pero de acuerdo con las cifras de la previsión también podría ser ERC quien adelantara a los socialistas con un escaño.
Dos hechos se hacen evidentes. Uno que el PSC es el único socialismo del ámbito español que, en las actuales circunstancias, logra mejorar los resultados. Su tendencia es opuesta al declive generalizado que señalan las encuestas a esa opción política en España.
El otro, que ya hemos apuntado, hace referencia al partido de Colau y constituye un mal augurio para su futura contienda electoral en Barcelona. Pero, en cualquier caso, lo más importante y menos tratado que revelan las tripas de la encuesta es la extraordinaria desafección política que impera entre los catalanes.
A la hora de responder qué partidos pueden resolver los problemas, indefectiblemente un 30% considera que ningún partido y más de un 25% responde que no sabe; en otros términos, bastante más de la mitad de la población no cree o no ve en los partidos una respuesta a los problemas que le son sometidos en el cuestionario. Esto también determina que las respuestas positivas de quien mejor lo puede hacer, que normalmente se distribuyen entre ERC y el PSC-PSOE, tengan valores pírricos, del orden del 10% cada uno. En esta tesitura es evidente que la desconfianza política impera, lo que se manifiesta también en que el segundo y principal problema que según los encuestados tiene Catalunya es el de la insatisfacción con la política.
Si a esto se le añade la tétrica percepción sobre la situación económica, resulta claro que mucho más importante que la distribución de escaños lo que hay es una profunda crisis de representatividad política. Sólo un 22% considera que la situación económica es buena o muy buena, mientras que el 64% cree que es mala o muy mala. Además un 62% opina que el escenario económico es peor que hace un año y solo un 19% considera que va a mejorar.
Hacer un análisis político del momento actual de Cataluña centrado solo en la prospectiva electoral comporta un grave error de apreciación porque la gran crisis navega por debajo de esta realidad y se manifiesta con el desengaño, la crítica y la frustración con la situación política presente y los partidos que la encarnan, hasta el extremo insólito de considerar que el 73% de los encuestados están poco o nada satisfechos con el sistema democrático.
Ésta es la cuestión decisiva sobre la que nos informa la última encuesta del CEO.