La gran amenaza de tener que volver a ir a las urnas es bien real porque quien tiene la clave para decidirlo, Puigdemont y JxCat, obtendría demasiados beneficios para que la tentación no se convierta en práctica.
En realidad este grupo político, más allá de las importantes presiones que recibe y recibirá de todo tipo de poderosas instancias, también internacionales, al pulsar el botón de su negativa a investir a Sánchez sólo le comporta beneficios. Constatémoslo:
- Cuando el independentismo parece agotado y dividido como nunca, y de hecho al menos la dirección y una parte de ERC ya ha renunciado a ella, se presenta la oportunidad de una formidable inyección vitamínica al demostrar que desde el planteamiento independentista se puede paralizar España y tumbarle la mano en el pulso.
- El esfuerzo por conseguir esta “gesta” es mínimo y la logística aún más. No son necesarias grandes movilizaciones ni altercados, ni existe riesgo de represión. Es tan sencillo como votar «no» en el Congreso de los Diputados.
- Presentarse en Cataluña en las filas del independentismo, que potencialmente significan del orden del 40% de la población, demostrando que lo que se iba predicando de confrontación con el estado se lleva a cabo y además con éxito, significa recuperar la masa de abstencionistas decepcionados y de buena parte de votantes de ERC e incluso de ese sector que ahora ha votado al PSC por temor a que Vox formara parte del gobierno.
- Después de unas nuevas elecciones, JxCat estaría más fuerte que nunca en el Congreso, esto por un lado. Recuperaría a las viejas grandes representaciones de CiU con todo lo que esto significa y si además se volvieran a producir resultados que no dan la mayoría absoluta a ninguno de los dos bloques, su poder de paralizar el nuevo gobierno sería total.
- El conflicto que todo esto generaría es el sueño dorado del independentismo catalán. Volver a hacerse importante en el mundo y tener un peso determinante en la UE porque la crisis de España amenazaría la estabilidad de la UE. JxCat y Puigdemont se convertirían, quieras o no, en grandes interlocutores de la política europea. Naturalmente, para lograrlo deben demostrar que tienen fuerza, es decir, previamente deben haber paralizado al gobierno con su “no”. No les basta con un gesto que acabe una vez más amoldándose al poder de Madrid.
- Las elecciones a la Generalitat de 2024 serían campo abonado para un éxito de JxCat, que podría recuperar el gobierno y la presidencia.
Nunca un partido político ha tenido una oportunidad tan grande de pasar del declive a una victoria histórica y rotunda
Nunca un partido político ha tenido una oportunidad tan grande de pasar del declive a una victoria histórica y rotunda. Por eso es tan real el riesgo de que haya que repetir las elecciones porque las expectativas de beneficio para el grupo que tiene la llave en la mano son insólitamente altas.
Naturalmente, suspender las elecciones sería traumático. Lo sería para los socialistas, que verían en riesgo la posibilidad de seguir gobernando, pero sobre todo generaría un problema para la gestión del propio estado. Habría que prorrogar el presupuesto en un momento muy delicado de incremento de los tipos de interés, de necesidad de reducir el endeudamiento y el déficit público. Habría a lo largo de medio año al menos un gobierno en funciones y que, por tanto, tendría muy limitadas sus capacidades de actuar. La negociación del fondo quedaría congelada y con él su llegada. La inversión extranjera lo pensaría dos veces porque el escenario sería de una gran incertidumbre política.
Todo esto está a la vista y es una de las razones por la que Aragonés se afanase pidiendo a JxCat ir de la mano a negociar a Madrid, porque si le atrapa ya no le dejará. Quieren que la posibilidad de decir “no” a Sánchez desaparezca del mapa y además que JxCat sea cómplice de la estrategia de la famosa “mesa de diálogo” de ERC. Los próximos días y semanas serán de esos que pueden hacer historia.