Feminismo, política e injusticia: La peligrosa deriva del caso Juana Rivas

Hubo un tiempo ya distante en que el feminismo, que pugnaba por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, contribuyó decisivamente a configurar lo que hoy conocemos como Estado de derecho. Pero ese pasado ya es lejano. Actualmente, lo que se denomina feminismo, o para ser más precisos, feminismo de género, se ha convertido en una ideología con características dictatoriales que busca imponer sus tesis por todos los medios posibles a su alcance.

Esta degradación del movimiento tampoco es nueva. De las luchas sociales obreras para conseguir un trato justo por parte de los empresarios surgieron proyectos beneficiosos como la socialdemocracia, el socialcristianismo y los sindicatos democráticos. Sin embargo, también dieron lugar durante décadas a versiones extremas con resultados terribles, como las derivadas del comunismo o el sindicalismo de inspiración anarquista, que en sus versiones más radicales recurrieron a la violencia asesina para imponerse.

El feminismo de género, elevado a ideología de Estado en España, muestra muchas de sus características en casos como el de Juana Rivas, que ocupa todos los titulares mediáticos.

Por desgracia, abundan las crisis matrimoniales que terminan en rupturas alimentadas por reproches y acusaciones mutuas, traducidas en intensos dramas personales, especialmente en las vidas de los más inocentes: sus hijos. No es infrecuente que uno o ambos progenitores, en lugar de procurar las mejores condiciones para mitigar el trauma de la ruptura, utilicen a los hijos como elementos en sus pugnas, mostrando manifestaciones de odio cerriles.

Normalmente, estas situaciones permanecen en el ámbito privado y judicial. La singularidad española es que el Gobierno de Sánchez ha convertido uno de estos casos, particularmente llamativo por las características psicológicas de la mujer implicada, en una cuestión política y gubernamental. Aunque los periódicos ofrecen abundante información, detalles y anécdotas, esta profusión a menudo impide ver lo esencial del asunto. Por ello, es obligado considerar un hecho aparatosamente singular: la continuada intromisión gubernamental.

Juana Rivas fue condenada por la justicia española, que ya de por sí posee una legislación particularmente favorable a la mujer en estos litigios, a cinco años de cárcel, lo que no es poca cosa, por retener ilegal y reiteradamente a los hijos y no entregarlos al padre, como exigía la sentencia. Todo ello sucedió en medio de un escándalo feminista protagonizado por una mujer que se presentaba como abogada, Francisca Granados, a pesar de carecer  de titulación oficial en leyes, pero que sigue siendo figura mediática como “asesora” de Juana Rivas.

El feminismo determinó entonces que Francesco Arcuri, padre de los niños, era el malo de la película, negando así su derecho a que se cumpliera la sentencia judicial. Para esta ideología, la justicia solo tiene validez si obedece a sus postulados; lo contrario es ignorado, manipulado y denunciado como injusto.

Francisca Granados, conocida mediáticamente también como “Paqui”, ha llegado incluso a descalificar la decisión del Tribunal Constitucional de no intervenir en el caso, argumentando que la entrega del menor a su padre constituía una cuestión de orden público, llegando a alegar que el menor estaba amenazado de muerte. Este es un claro ejemplo de cómo se criminaliza sistemáticamente al hombre.

Aquella sentencia de cinco años finalmente quedó en nada, al ser indultada Juana Rivas por decisión gubernamental. Ministros como el inefable Bolaños, quien posee tan escasas credenciales para ser Ministro de Justicia como pueda tener yo para practicar ballet, intervinieron en el proceso judicial sobre la custodia del menor, en lugar de evitar toda intromisión política. Es insólito, y demuestra la evidencia: el feminismo es en nuestro país ideología de estado.

Observar cómo todo un gobierno interviene en un asunto judicializado y privado, como es la custodia de un hijo, contribuyendo al terrible espectáculo mediático y emocional en la entrega del menor al juzgado, así como contemplar cómo la inestabilidad psicológica, dicho esto con respeto, de Juana Rivas se convierte voluntariamente en alimento del circo mediático, ignorando que lo esencial es la protección del menor y el respeto a la justicia, dice mucho acerca de la peligrosa deriva del feminismo de género. Esta ideología cancela, penaliza y persigue toda disidencia.

La reflexión final es clara: esta situación no puede continuar así. Este feminismo no defiende a las mujeres, del mismo modo que el comunismo no defendía a los trabajadores, sino que constituye una manera agresiva, cuando no rencorosa y vengativa, de entender las relaciones interpersonales como relaciones de clase, siendo las nuevas clases hombres y mujeres. En el camino de este conflicto, muchas mujeres, aquellas que no comparten estas normas ideológicas, también son despreciadas como enemigas de su propia causa.

O expulsamos el feminismo de género del poder o este terminará destruyendo las instituciones fundamentales de nuestra sociedad y continuará alimentando conflictos, enfrentamientos e infelicidades.

Cuando la política invade los tribunales, casos como el de #JuanaRivas perjudican gravemente a los más inocentes: los niños. #Justicia Compartir en X

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