Jordi Pujol, ideas, acción, política. El Legado (10): Pujol el gran tejedor

Un tejido es el resultado de entrelazar muchos hilos de texturas iguales o diferentes, de colores únicos o variados. Estos hilos, a su vez, son fruto de la operación de hilar, otra operación de reunir muchos en uno. Todo tejido necesita para su estructura una urdimbre, que son los hilos de la ropa tejida que van a lo largo y ancho de la prenda, paralelos a los bordes, así como también de la trama con la que se entrecruza. Todo ello es una estructura bien compleja, que a su vez debe ser resistente, duradera y delicada; no debe irritar ni incomodar a quien la utiliza.

El tejido de Cataluña según Pujol

Cataluña es nuestro tejido, y si empezamos por el final, diré que su finalidad. Siguiendo el pensamiento de Pujol, es servir al crecimiento personal, al desarrollo de las dimensiones humanas de las personas que viven en él. Para utilizar el léxico y concepto de Alasdair MacIntyre, su finalidad es facilitar el florecimiento de lo humano, y la virtud necesaria para lograrlo es el patriotismo.

Jordi Pujol: el gran tejedor

Pujol ha sido el gran tejedor de Cataluña; en esta función es difícil encontrar un equivalente de su dimensión teórica y especialmente práctica, y entre los políticos en activo es imposible identificar algún epígono. Y la misión de tejedor es vital para la Cataluña surgida de la industrialización y la inmigración, por lo que, en último término, todas sus crisis y dificultades han surgido siempre de la incapacidad de hacer un buen tejido con todos los hilos trenzados con una alambrada bien completa.

Quien no entienda esto no entiende nada del país, y Pujol lo entendió desde muy joven, en un proceso de perfeccionamiento basado en el estudio, consideración y práctica. En la responsabilidad de la Generalitat, librado de otras servidumbres, puede ejercer a fondo su función de tejedor. Los resultados son evidentes; construye una mayoría política de allí donde sólo había una corriente catalanista, que también expresa una mayoría social. El pujolismo, que recoge sobre todo a CDC, va más allá de este partido porque más que una opción política es una forma de entender la vida en común, sobre todo, y hasta cierto punto, también la personal.

El delicado trabajo de urdir y tramar

Urdir y tramar era un trabajo muy delicado. Había el catalanismo fuerte opositor en Franco, y otro mucho más tenue, que incluso había colaborado con el régimen. Había unas izquierdas comunistas y socialistas muy fuertes, que en las elecciones generales fueron la primera y la segunda fuerza de Cataluña; el marxismo tenía un gran prestigio intelectual. De hecho, era hegemónico, y si bien parte de él, sobre todo en el PSUC, el partido comunista catalán, tenía bien asumido el hecho nacional de Cataluña, ni todos, ni todo el marxismo lo veía igual. Todo un sector asimilaba Cataluña y el catalanismo con la burguesía y la explotación de la clase trabajadora, tesis que seguramente quien mejor la presentó fue Solé Tura.

La huella de la Guerra Civil y la desigualdad social

Había todavía una fuerte huella de la Guerra Civil que tuvo una versión específica dentro de Cataluña. La idea de que todo el país lucha contra la insurrección militar es una simplificación que traiciona la realidad de lo que fue. Una parte se alinea con el levantamiento por identidad o por miedo a los excesos criminales en el bando republicano. Basta con leer un breve librito divulgativo de Josep Termes y Arnau Cònsul, La Guerra Civil en Cataluña (1936-1939), para entender rápidamente por qué.

Había una muy notable desigualdad social, que afectaba decisivamente a la cohesión social, sin la cual el tejido se hace irregular, feo, y que tenía una traducción en el espacio. En mi primer libro, con Frederic Miralles y Ernest Sena, narrábamos por primera vez en nuestra casa la desigualdad social en el espacio en La Catalunya Pobra (1973).

La capacidad de tejer la diversidad

Pujol fue capaz de tejer gran parte de esta diversidad en su proyecto, que poco tiene que ver con nada de lo que ahora se hace o quiere hacerse. Hoy el tejido está desgastado, deshilachado, rasgado, con agujeros y sucio. Hay que rehacerlo en buena parte, lavarlo totalmente, tejerlo apartado. Tener claro cuál es la urdimbre y la trama del país. ¿Cuál es, pregunta necesaria? ¿Disponemos de algún nuevo gran tejedor? Si está ahí, no lo sé ver.

Pero no podemos esperar; si no existe la gran personalidad, meteremos mano, no será la primera vez, de un tejedor colectivo, de un sujeto colectivo capaz de hacerlo, que nazca de la voluntad cívica de servir al país, que significa a su gente. ¿Y si esto no se consigue? Entonces lo más probable es despedirnos cantándole la canción de «Adeu a Catalunya».

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