François Bayrou, nuevo primer ministro francés: Macron se juega las últimas cartas

Con algunas horas de retraso respecto al plazo que él mismo se había impuesto, el presidente de Francia Emmanuel Macron nombró a François Bayrou nuevo primer ministro el pasado viernes 13 de diciembre.

Como su fugaz predecesor Michel Barnier, Bayrou es un veterano político de 73 años. Pero a diferencia de Barnier, Bayrou se cuenta entre los primeros apoyos de Macron.

A pesar de ello, el nuevo primer ministro francés siempre se ha mantenido como una fuerza aparte: su MoDem (por Mouvement Démocrate) cuenta actualmente con 36 diputados y constituye una pieza clave de la disminuida fuerza macronista.

Si bien en un contexto distinto la elección de Bayrou podría representar el punto culminante del centrismo polític , actualmente parece más una decisión desesperada, hecha incluso con cierta repugnancia por parte de Macron.

De hecho, se dice que durante una larga y tensa entrevista en el palacio del Elíseo, Macron le rechazó el nombramiento, que Bayrou sólo logró arrancar tras recordarle la importancia de mantener el apoyo de sus diputados.

En la Francia actual, ser de centro se asimila con oportunismo. O peor aún, con alevosía.

No se puede olvidar que Macron llegó a la presidencia en 2017 construyendo alrededor de su persona un “hipercentro” que drenó las filas de la izquierda y la derecha tradicionales.

Además, su estilo de gobierno se sintetiza en una locución que se ha convertido en un verdadero cliché en Francia: “en même temps”. Traducible como «al mismo tiempo» o «aunque», le ha servido para navegar entre direcciones políticas opuestas. Sin embargo, esta línea que abraza abiertamente las contradicciones le ha ido también haciendo ganar un número creciente de enemigos y decepcionados.

Bayrou es, en cierto sentido, el político francés que aplica una línea de actuación similar desde hace más tiempo. Como Philippe Vigier, diputado del MoDem, afirmaba en declaraciones a la prensa, Bayrou es “el centrista original”.

Vigier vaticina que esta posición le permitirá «hablar con todo el mundo y beneficiarse de conexiones construidas durante décadas».

Sin embargo, el pasado político de Bayrou le podría pasar factura: partiendo de la base política del gaullismo, su enemistad con Nicolas Sarkozy le llevó a un enfrentamiento con el que fue elegido presidente en 2007, a apoyar la candidatura del socialista François Hollande en el 2012 y por último a vincularse con Emmanuel Macron en el 2017.

Así pues, Bayrou ha ido dejando tras de sí, al igual que Macron, un chorreo de antiguas amistades y aliados que se han convertido en desconfiados en el mejor de los casos, y enemigos en el peor.

Además, tanto el bloque de extrema derecha como el de extrema izquierda que dominan el escenario parlamentario francés perciben a Bayrou como un macronista de pies a cabeza, y ya han amenazado con tumbarlo.

A Macron se le terminan las cartas, y el nombramiento de Bayrou demuestra hasta qué punto el presidente está acorralado.

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