La primera entrega de los fondos Next Generation correspondientes a 2021, que en el ámbito de toda España significan 24.198 millones, pone de relieve una vez más la marginación política de Cataluña.
Esa cifra se ha distribuido por tres conceptos. Por transferencia directamente a las comunidades autónomas, a entidades públicas y directamente a convocatorias de ámbito estatal. Si de la parte que le corresponde a Cataluña consideramos sólo la primera asignación, por comunidad autónoma, resulta que nuestro país ha recibido el 14%. No está mal, pero es obvio que está muy por debajo de nuestra aportación al PIB español, cercana al 20% y de hecho ni siquiera llega al peso de la población catalana del conjunto, situado en el 16%. No sería un resultado para tirar cohetes.
Pero lo peor viene cuando se considera el agregado total del fondo con destino a Cataluña, es decir, se añaden a lo anterior el correspondiente a las entidades públicas y las convocatorias estatales. Entonces el porcentaje cae con estruendo y se sitúa sólo en el 7,8% del total de los fondos. A pesar de que sus votos son decisivos en Madrid, dada la debilidad de la mayoría gubernamental, Cataluña por razones misteriosas, tiene el gobierno más débil de la historia para la negociación con el gobierno español. Mientras, Junqueras, con una complexión de piel granítica, se permite el lujo de ir anunciando en la conferencia nacional de ERC que habrá pacto para la autodeterminación. Y encima le aplauden.
Por si esto no fuera suficiente, nos hemos quedado sin fábrica de baterías. ¿Quién recuerda que hace un año aproximadamente la ministra Teresa Rivera anunció que esta fábrica se situaría cerca de Martorell, es decir, en los entornos de la Seat? Pues, no señor, la fábrica ha ido a parar a 300 km de distancia, a Sagunto, por decisión del mismo grupo Volkswagen.
Esta fábrica de baterías empleará a 3.000 personas y, por tanto, tendrá un impacto extraordinario. ¿Qué ha ocurrido entre la promesa ministerial, que es evidente que con el gobierno Sánchez no representa nada, y el suceso que nos deja sin baterías? Pues la incapacidad y la lentitud de la Generalitat para concretar su oferta de ayudas. Cuando Valencia, Aragón y Extremadura plantearon su opinión, aquí todavía estaban mirando la jugada.
Y para colmo, el entonces vicepresidente de la Generalitat, Aragonès, decidió no acudir al 70 aniversario de Seat porque estaba presente el rey.
Resumen: hemos perdido una inversión de miles de millones con un proyecto estratégico como son las baterías que habrían reforzado el papel de Seat en el grupo Volkswagen, que ahora resulta debilitado. Y como las malas noticias, sobre todo cuando están relacionadas, no vienen nunca solas, la propia Seat ha confirmado que la fabricación del coche eléctrico conlleva un excedente laboral de 2.800 personas y el cierre de la planta de componentes de El Prat para fabricar cajas de cambio manual. No sólo eso, sino que tiene pocas opciones de adjudicarse la fabricación del futuro motor eléctrico porque Volkswagen se inclina por Hungría.
El resultado de todo ello es que hemos perdido 3.000 millones en baterías, otros tantos en puestos de trabajo, perderemos 2.800 personas en empleo industrial en la Seat, habremos cerrado la fábrica de El Prat y no fabricaremos el próximo coche eléctrico de Volkswagen hecho fuera de Alemania. El balance por el gobierno de Catalunya es sencillamente espectacular.