Si hiciéramos caso de las opiniones vertidas por algunas televisiones y periódicos, periodistas y opinadores, resultaría que Italia se fue a dormir democrática el sábado y se levantó fascista el domingo. Más de 12 millones de italianos votaron a la coalición de derechas, encabeza por Meloni , que obtuvo el 44% de los votos, sobre todo gracias a los resultados del partido de la que previsible será la primera mujer jefe de gobierno de ese país, Hermanos de Italia, con 26% de los votos.
Detrás, y dentro del mismo bloque, venía la Liga Norte de Salvini con un migrado 9% y Fuerza Italia de Berlusconi, que aguantó de acuerdo a las previsiones con un 8%. Todavía hay un cuarto aliado, pero su presencia no tiene significación, Nosotros Moderemos, que no alcanzó el 1%.
Este resultado de acuerdo con el sistema electoral italiano, en parte proporcional y en parte mayoritario, le da una amplísima mayoría en la sala de diputados, entre 232 y 252 escaños sobre 400 y también obtiene mayoría absoluta en el Senado con entre 114 y 126 sobre 200. Los resultados del Senado son muy importantes porque Italia es un sistema bicameral puro, a diferencia de España, y esta instancia pesa igual a la hora de aprobar las leyes como el Congreso.
La izquierda encabezada por el partido democrático pinchó y esa organización no llegó ni siquiera al 20%. Lo que ha provocado la dimisión inmediata de su secretario general, Enrico Letta. Cabe decir que la fortuna de los antiguos demócrata cristianos pasados a la social democracia viene siendo a lo largo de las elecciones más bien poco feliz. Otros partidos menores de la coalición eran los Verdes, Izquierda Italiana con el 3,6%, Más Europa 2,8% y Compromiso Civil 0,6%. Al margen de estos grupos estaba el nuevo partido creado por el antiguo dirigente del partido democrático Italia Viva, que logró casi el 8% de los votos. Por su parte, el Movimiento 5 Estrellas, dirigido por Giuseppe Conte, obtuvo un 15% de los votos, la mitad de su anterior resultado, donde encabezó el gobierno, pero considerado como bueno por los observadores, pues superó las expectativas que eran mucho peores, gracias a los votos del sur.
¿Por qué acusan de fascista a la coalición ganadora y a Meloni en concreto? El fascismo es un movimiento político claramente identificable. Se caracteriza por una visión totalitaria del estado, en el que el individuo se integra plenamente sin márgenes para la individualización o la diferencia. De ahí que una de sus consecuencias sea el partido único. También una representación indirecta más o menos corporativa que responde a la idea de la democracia liberal de un hombre un voto. En un sistema fascista, los sindicatos y las organizaciones empresariales no existen y están integradas en un único sindicato de naturaleza vertical, que armoniza teóricamente las diferencias entre unos y otros y no admite determinados derechos, como es la huelga o la libertad de expresión y de manifestación.
Un libro del historiador de Oxford Roger Griffing es particularmente interesante en relación con explicar el fascismo. Se titula «Modernismo y fascismo: La sensación de comienzo bajo Mussolini y Hitler».
¿Qué tiene que ver todo esto con las propuestas, programa y discurso de Meloni y compañía?
Nada. Absolutamente nada. Lo que hace la dirigente es criticar la inmigración, defender el sentido nacional de una forma muy contundente, ser contraria al aborto, crítica con las leyes LGBTI y el matrimonio homosexual, defensora de la familia. Ella misma se ha definido como mujer, madre, cristiana e italiana. Y ni su programa político, ni el económico tienen que ver con el corporativismo fascista. En todo caso responde a unos criterios de partido más o menos conservador. Lo que en la práctica dice es que para determinados sectores políticos y de opinión se considera fascista a quien, por ejemplo, está en contra del aborto o no ve con buenos ojos las leyes trans y LGBTI. Pero, claro, esto es dar gato por liebre, porque precisamente en una democracia liberal se parte del principio de que nadie tiene toda la razón, sino partes de la misma y que, por tanto, el debate entre posiciones diferentes ayuda a construir esta razón a base de juntar los trozos que están repartidos entre diferentes puntos de vista.
En todo caso lo que quedó claro es que los italianos volvieron a votar por un cambio sustancial, ya lo hicieron cuando dieron la victoria al Movimiento 5 Estrellas y lo repitieron ahora. Lo que queda en el aire es si esa victoria solidificará estas posiciones o, como ocurrió con el M5S muy pronto empieza a descender. En todo caso, una nueva perspectiva se ha abierto en Europa porque, junto a Hungría y Polonia, es el tercer estado donde existe una clara disidencia con el pensamiento imperante en Bruselas.