España ante el espejo europeo: el fracaso de las políticas públicas de Sánchez 2025

Cuando Eurostat publica su radiografía anual sobre las condiciones de vida en la Unión Europea, los países se miran en un espejo incómodo. No se trata solo de estadísticas: detrás de cada porcentaje hay hogares que llegan a fin de mes con dificultades, jóvenes que dejan los estudios antes de tiempo, familias que no pueden calentar sus casas en invierno o, por el contrario, una esperanza de vida que coloca a España en el podio de la longevidad mundial.

El informe Eurostat de 2025 confirma lo que muchos intuían: España mantiene su logro histórico en esperanza de vida  y declara un bienestar subjetivo en la media de la UE, al lado de todo esto los malos datos son abrumadores: déficits persistentes en renta, empleo, desigualdad y exclusión social, lo que denota un fallo sistémico de las políticas públicas, y el fracaso de las promesas de Sánchez a lo largo de sus ya siete años de gobierno.

Pobreza monetaria: un 19,7% de la población en riesgo.

El primer indicador es claro: casi dos de cada diez españoles (19,7%) viven con ingresos por debajo del umbral de pobreza relativa. El promedio europeo se sitúa en el 16,2%, lo que coloca a España tres puntos y medio por encima. Aunque las transferencias sociales amortiguan parte del golpe, el dato muestra que el país no ha logrado reducir la brecha con la UE en la última década. La pobreza monetaria sigue siendo una herida abierta. Con una agravante que se da en todos los datos: en la media participan los países del este de Europa (Rumania, Bulgaria, etc.) que se incorporaron con condiciones sociales muy por debajo de la media, pero ni así España ha conseguido mejorar en esta década, a diferencia de su periodo inicial.

Exclusión social (AROPE): uno de cada cuatro españoles.

La tasa AROPE —que combina pobreza, privación material y baja intensidad laboral— refleja de manera más amplia la exclusión social. En España afecta al 25,8% de la población, frente al 21% de la UE. Dicho de otro modo: uno de cada cuatro españoles está en riesgo de exclusión, casi cinco puntos por encima del promedio comunitario. España ocupa posiciones de cola, solo por delante de Grecia, Rumanía y Bulgaria.

Ingresos medianos: por debajo de Europa.

El ingreso mediano disponible ajustado por poder adquisitivo ronda en España los 17.000–18.000 PPS, frente a los casi 20.000 PPS (euros ajustados a su poder adquisitivo en cada país) de media en la UE. Esto significa que la “familia típica” española vive con menos recursos que la europea media. Italia comparte esta situación, mientras que Alemania o Francia se sitúan claramente por encima. La consecuencia es que la mayoría de los hogares españoles sienten que su renta llega menos lejos que la de sus vecinos comunitarios.

Desigualdad: un país más desequilibrado.

El coeficiente de Gini, que mide desigualdad de ingresos, ronda el 31–32% en España, frente al 29,3% europeo. La diferencia puede parecer pequeña, pero es del orden de un 10% y sitúa a España en el grupo de países con mayor brecha de rentas dentro de Europa occidental. Dicho en sencillo: la distancia entre ricos y pobres es más amplia en nuestro país que en la mayoría de los socios europeos. Siete años de Sánchez no han reducido la desigualdad.

Privación material severa: 8,3%.

La privación material y social severa, que mide la falta de al menos 7 de 13 bienes o servicios básicos (como calentar la casa, afrontar imprevistos o comer proteínas con regularidad), afecta al 8,3% de la población española, frente al 6,4% de la media comunitaria. Solo Rumanía, Bulgaria, Grecia y Hungría están peor. La cifra confirma que no se trata solo de renta baja: hay hogares atrapados en un círculo de carencias materiales difíciles de romper.

Vivienda y pobreza energética: líderes en dificultades.

El dato más alarmante del informe está en las condiciones de vivienda: un 20,8% de los españoles no puede mantener su hogar a una temperatura adecuada en invierno. Es el porcentaje más alto de toda la UE, junto con Portugal, y dobla la media comunitaria (10,6%). Esta “pobreza energética” refleja tanto viviendas mal aisladas como ingresos insuficientes para afrontar las facturas. En un país con veranos cada vez más calurosos e inviernos irregulares, el confort térmico se ha convertido en un lujo para muchos.

Tasa de empleo: cuatro puntos por debajo de Europa.

El mercado laboral sigue siendo el talón de Aquiles, a pesar de los datos favorables que presenta cada mes el Gobierno. La tasa de empleo en la población de 20 a 64 años alcanza en España el 71%, lejos del 75,8% de la UE. Aunque ha mejorado respecto a los peores años de la crisis, España sigue siendo uno de los países donde menos adultos trabajan en proporción a la población activa, solo por delante de Italia. Esto repercute directamente en ingresos, cotizaciones y cohesión social.

Desempleo: líderes indeseados.

La otra cara es la tasa de paro, que ronda aún el 10–12%, más del doble de la media comunitaria (5–6%). Ningún otro país europeo soporta cifras tan elevadas. Además, España arrastra una doble losa: el paro juvenil, que dobla el promedio de la UE, y el paro de larga duración, que erosiona las oportunidades de reinserción laboral. El mercado de trabajo sigue siendo estructuralmente frágil y segmentado.

Educación: abandono escolar temprano.

El abandono escolar temprano afecta al 13% de los jóvenes españoles de 18 a 24 años, frente al 9,3% europeo. Aunque el dato ha mejorado mucho en 20 años (era del 30% en 2005), España sigue sin alcanzar la meta europea del 9% para 2030. Este desfase compromete la empleabilidad futura y perpetúa desigualdades, porque quienes abandonan prematuramente los estudios tienen más probabilidades de caer en paro o pobreza.

Salud: campeones en esperanza de vida.

No todo son sombras. España lidera la UE en esperanza de vida, con más de 83 años de promedio y 86,7 años en mujeres. Son tres años más que la media europea. Este logro refleja factores estructurales: la dieta mediterránea, el sistema sanitario universal y un estilo de vida relativamente saludable. La longevidad se convierte en el gran activo de España, aunque plantea también retos en pensiones y sostenibilidad del sistema de cuidados.

Satisfacción con la vida: en la media.

Cuando se pregunta a los ciudadanos por su satisfacción vital, los españoles responden con un 7,2 sobre 10, prácticamente igual que el promedio europeo (7,1). España no está entre los más optimistas, como los nórdicos, ni entre los más insatisfechos, como algunos países del Este. En bienestar subjetivo, la percepción de los españoles es un espejo fiel de la media de la UE.

Pobreza infantil.

Un dato lamentable que muestra el abandono hacia las familias en las políticas gubernamentales de la que la pobreza infantil constituye un indicador particularmente grave porque condiciona el futuro: afecta a un ¡34%!, de los menores de 18 años. Solo Bulgaria y Rumania están peor, lo que no deja de ser un escándalo. En 2018, Sánchez aseguró que resolver este reto sería prioritario. Ha terminado como sus demás promesas.

La clave de todo: la renta real disponible no crece desde hace años.

Este es un buen indicador síntesis. La renta real disponible, lo que nos queda en el bolsillo después de pagar impuestos. Entre 2010 y 2024 solo ha crecido un punto porcentual, mientras que la media de la Unión Europea lo hacía veinte veces más; 20 puntos porcentuales. No nos movemos de sitio y hemos perdido quince años que se dice pronto. Una primera parte lo explica los efectos de la crisis del 2008 que prolongó sus consecuencias hasta bien entrado 2013, pero a partir de entonces los gobiernos no han sido capaces de remontar, ni tan siquiera con las cuantiosas ayudas de los fondos europeos Next Generation.

Diagnóstico final: Un fracaso y muchos años perdidos.

Los datos escuetos del informe Eurostat de 2025 revelan la incapacidad de España en avanzar en la UE; peor todavía, de ver como países del Este se acercan a nuestra posición o simplemente nos superan. Países con los que la opinión ilustrada del país se muestra despectiva, como es el caso de Polonia y Hungría, que han mejorado su renta real disponible en los últimos 15 años en 78 y 50 puntos porcentuales (p.p) respectivamente, por solo un paupérrimo 1 p.p de España.

También ilustra el espejismo de la inmigración: viene mucha gente, el PIB crece por esta causa, pero a la hora de repartirnos el pastel, la tajada prácticamente no aumenta. La pregunta de a qué y a quién sirve esta inmigración masiva, dadas sus otras consecuencias negativas, es obligada.

Eurostat España 2025: 1 de cada 4 personas está en riesgo de pobreza o exclusión. El reto social sigue abierto. #España #Eurostat #Pobreza Compartir en X

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