Europa, ¿vamos a la guerra? Un maldito lío nos amenaza

Europa camina sonámbula hacia la guerra. Esta inquietante metáfora, rescatada del análisis histórico clásico de Christopher Clark sobre los orígenes de la Primera Guerra Mundial, refleja con precisión la actual deriva estratégica europea. Hoy, las élites políticas europeas, como entonces, parecen incapaces de trazar un camino seguro para los ciudadanos, conduciendo el continente hacia un escenario de conflicto que podría haberse evitado con políticas lúcidas y valientes.

La situación actual evidencia una profunda crisis de liderazgo en Bruselas. Mientras Rusia pide garantías claras de que no será atacada por Occidente, Europa interpreta esta exigencia como una amenaza directa contra su propia seguridad. Paradójicamente, la guerra en Ucrania ha demostrado no la fortaleza, sino la debilidad del ejército ruso.

¿No sería lógico y beneficioso para todos proporcionar a Rusia estas garantías de seguridad que reclama?

La lógica de la cooperación y la distensión se enfrenta hoy a una absurda lógica de confrontación. Bruselas, en lugar de proponer medidas atrevidas para pacificar las relaciones con Moscú, lanza mensajes alarmantes a sus ciudadanos, pidiéndoles acumular suministros de emergencia para 72 horas. La consecuencia inmediata es el miedo, el nerviosismo social y un clima de tensión creciente, exactamente lo contrario de lo que debería buscar una política responsable.

Ante esta deriva, el filósofo Jürgen Habermas advierte que el proyecto occidental podría desmoronarse con Trump en el poder en EE. UU., retornando a un aislacionismo que, en realidad, ha sido la norma histórica en Estados Unidos. Ante esto, Habermas propone rearmar e integrar la defensa europea. Sin embargo, las élites de Bruselas optan por presionar a los Estados miembros para que aumenten sus presupuestos militares de manera descoordinada, una política que, lejos de garantizar seguridad, aumentará el endeudamiento, agravando la espiral global de deuda, ya preocupante.

Por otra parte, el  Joint White Paper for European Defense Readiness 2030documento clave de la Comisión Europea, ha recibido duras críticas por centrarse más en una política industrial de defensa que en la auténtica defensa y seguridad ante amenazas reales, tal y como denuncia el almirante general retirado Fernando García Sánchez en un artículo reciente en  ABC. Este experimentado exjefe del Estado Mayor español describe el documento como un “lío de medidas” burocráticas, carentes de agilidad y determinación.

Además, la solicitud de “solidaridad” europea frente a un eventual conflicto, centrada exclusivamente en Rusia, ignora peligros gravísimos en el flanco mediterráneo, donde la amenaza yihadista del Sahel crece sin control.

A todo esto se le suma una pregunta crucial y existencial: ¿Defensa de qué Europa? La brecha social e ideológica del continente es hoy más profunda que nunca. La polarización sobre cuestiones fundamentales como el aborto, la ideología de género, el matrimonio homosexual, el feminismo radical o el rechazo a las raíces cristianas ha generado una división interna que dificulta enormemente encontrar un propósito común sólido por el que luchar. Nadie quiere arriesgar su vida por causas impuestas que siente lejanas o, incluso, contrarias a sus más íntimas convicciones.

En España, la situación es aún más confusa a causa del impasse  presupuestario y político del presidente Sánchez. Sin presupuesto aprobado, sin transparencia en las cifras de gasto militar y con socios parlamentarios como Sumar que abogan por abandonar la OTAN, solo un improbable consenso con el Partido Popular podría resolver este caos institucional. Pero lejos de buscar consenso, Sánchez incrementa su enfrentamiento político con la oposición.

Europa necesita urgentemente despertar y repensar su política de defensa desde una lógica autónoma, coordinada, pacífica y coherente, antes de que, como en 1914, sea demasiado tarde y estamos caminando ciegamente hacia una catástrofe evitable.

La solicitud de solidaridad europea frente a un eventual conflicto, centrada exclusivamente en Rusia, ignora peligros gravísimos en el flanco mediterráneo, donde la amenaza yihadista del Sahel crece sin control Compartir en X

 

 

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