El año pasado fue de récord en el puerto de Amberes, en Bélgica, uno de los mayores de Europa. Se encautaron más de 110 toneladas de cocaína, una cantidad nunca vista y un incremento enorme si se tiene en cuenta que en 2015 tan sólo se encontraron 16 toneladas.
De hecho, la producción e importación de esta peligrosa sustancia ilegal se encuentra en pleno boom: por un lado, la producción de cocaína en Sudamérica no para de aumentar. Por otro, su precio se mantiene estable, lo que significa que la demanda ha crecido proporcionalmente con la oferta.
Por un lado, la producción de cocaína en Sudamérica no deja de aumentar. Por otro, su precio se mantiene estable
De hecho, en el espacio de veinte años, el consumo de cocaína en Europa se ha multiplicado, en algunos países incluso por cinco. Por ejemplo, el Observatorio francés de las drogas y las sustancias adictivas ha publicado que este año un 1,6% de la población de Francia consume cocaína al menos una vez al mes, frente al 0,3% en 2000.
Existe además otro factor que explica este auge de la cocaína en Europa, y es la crisis de los opioides en Estados Unidos. Unos supuestos medicamentos que han saturado al mercado y desviado una parte importante de la demanda ilícita de cocaína.
En Europa la cocaína no sólo entra por vía marítima, sino que también lo hace por avión. Especialmente afectados se encuentran los vuelos entre París y la Guyana Francesa. Una línea que se habría convertido en el principal puente aéreo de la droga que entra en el Viejo Continente.
En cuanto a las entradas portuarias, España fue el principal acceso hasta 2015-2016, cuando los puertos belgas y holandeses le robaron el dudoso honor. De hecho, Amberes y Rotterdam son ya los dos principales sitios de intercepción de la cocaína que quiere entrar en Europa.España fue desplazada en 2020 hasta la tercera posición en volumen de droga encautada.
Numerosos expertos temen que Europa esté convirtiéndose en el principal mercado de cocaína del mundo
Por todas estas razones, numerosos expertos temen que Europa esté convirtiéndose en el principal mercado de cocaína del mundo, desplazando por primera vez a Estados Unidos.
Los problemas que genera este auge de la cocaína en el Viejo Continente no se limitan a la salud pública y al dinero que desaparecen de los circuitos legales (se estima que la cocaína que se introduce por el puerto de Amberes genera 50.000 millones de euros cada año, el equivalente al 10% de todo el PIB de Bélgica).Tras éstos emerge un descomunal desafío en términos de corrupción.
El sector de la cocaína mueve cantidades astronómicas de dinero. De hecho, muchos más que lo que los estados pueden dedicar a la lucha contra el tráfico. Y el primer destino de estas sumas sirve para corromper a policías, agentes portuarios y políticos.
Los expertos en la materia no tienen ninguna duda: el número de funcionarios corruptos en Europa Occidental, en particular aquellos vinculados a las drogas, no deja de aumentar.
El problema no es sólo local o limitado a este sector. El ejemplo de México, si bien extremo y con condiciones sociales y económicas muy distintas a las europeas, demuestra empero hasta qué punto la droga puede arruinar a un país.
Y de hecho, Bélgica y Países Bajos están ya empezando a experimentar qué podría suceder si su trayectoria como narco-estados incipientes sigue acentuándose: la hija del rey de Holanda está amenazada de muerte y debe vivir bajo vigilancia permanente.
Tres cuartos de lo mismo sucede con el primer ministro holandés y con el ministro de justicia de Bélgica, quien declaró su voluntad de endurecer la lucha contra el narcotráfico. Peor aún, de las palabras ya se ha pasado en más de una ocasión a los hechos: en el 2019, el abogado de un testigo en un proceso judicial clave fue asesinado en la calle, en Amsterdam.
Los expertos en la materia no tienen ninguna duda: el número de funcionarios corruptos en Europa Occidental, en particular aquellos vinculados a las drogas, no deja de aumentar. Share on X