Claro que este artículo también lo podríamos haber titulado como las locuras de la señora von der Leyen y sus alegres amigos , porque en realidad sus decisiones resultan incomprensibles a no ser que se viva en una burbuja donde impera un mundo que nada tiene que ver con el de los europeos de a pie.
Siempre habíamos visto en la UE una respuesta a nuestros problemas. Con von der Leyen esto ha cambiado y ahora la CE y sus decisiones han pasado a formar parte de nuestros problemas. Esto no significa que no hayan llevado a cabo determinadas políticas meritorias, todas ellas siempre relacionadas con gastar dinero, que no deja de ser un recurso fácil, pero en todo lo que hay que arremangarse, demostrar visión y capacidad de gobierno, el resultado es penoso.
La transición ecológica está conllevando más problemas que soluciones. Se ha convertido en una iniciativa profundamente clasista en la que los costes de la transición recaen cada vez más en las personas de menores ingresos. La focalización del problema en el coche eléctrico está iniciando un desaguisado de proporciones colosales en donde no se tienen en cuenta las consecuencias de esta electrificación que se quiere generalizada.
En el orden internacional, la CE ha hecho lo imposible para entregar a Rusia a manos de China, por lo que ahora son unos aliados como nunca en la historia y este hecho multiplica el problema europeo que geográfica, demográfica y, cada vez más, económicamente es una simple península del territorio asiático. En lugar de buscar articulación con Rusia, se ha actuado exacerbando todos sus miedos históricos. El resultado está a la vista.
Pero es que, además de este tipo de guerra no declarada con Moscú, Europa sigue sumida en el desbarajuste de su defensa, cada estado, sus fábricas de armamento que producen van a sus anchas. No existe ninguna normalización en relación con sus infraestructuras y tipos de armamento. Las infraestructuras no están preparadas para dar el paso de los grandes vehículos blindados; en definitiva, cada uno va a lo suyo. Y el resultado es que a pesar de que teóricamente el potencial militar del conjunto es muy grande, el plan que practica Europa es un grupo de ejércitos de pitufos. No se trata ni siquiera del famoso ejército europeo. Bastaría con actuar tal y como se ha hecho en cuestiones más secundarias, como por ejemplo la homologación de las granjas para gallinas ponedoras, que es un ejemplo excelente: ponerse de acuerdo para producir según unas normas conjuntas.
Y junto al problema de la defensa fragmentada está el de la política internacional. A estas alturas el alto representante para la política exterior de la UE es poco más que la guinda que corona una tarta, porque detrás de ella hay un carro que es estirado por un conjunto de gatos y el lío es considerable. Sin política internacional común, Europa será cada vez más marginal.
Basta con ver el fracaso estrepitoso en relación con América Latina, precisamente una de las grandes cartas fracasadas del mandato de Sánchez.
Europa no tiene política exterior para 2025 y esto es otra tragedia que tiene múltiples dimensiones siendo una de ellas la de la inmigración.
A lo largo de estos años hemos perdido en cohesión y esto es consecuencia de que la política industrial europea está siendo soportada sobre todo por los propios estados, lo que crea una gran asimetría en función de la capacidad fiscal de cada país. Por ejemplo, Alemania acumula la mitad de este tipo de ayudas a la industria en toda Europa, mientras que España dispone de seis veces menos recursos para este fin. La divergencia entre países es puramente una cuestión de tiempo.
También continúa la asimetría fiscal, donde los regímenes tributarios de Países Bajos y Luxemburgo cuestan a los socios europeos entre 10.000 y 12.000 millones al año. Esto sí que es una verdadera estafa y problema. Mientras, von der Leyen y sus alegres amigos siguen obsesionados con Hungría.
Esta anomalía fiscal es tal que en el caso de Irlanda sus cifras de PIB que registran los enormes beneficios fiscales de las empresas allí radicadas ya no sirven para interpretar el nivel de vida real del país. Por si fuera poco, von der Leyen y sus alegres compañeros han decidido la ampliación de esta Europa que va cayendo a pedazos con la incorporación de Ucrania y otros estados, todo aderezado con que Rumanía y Bulgaria pasarán a ser ya este año miembros del espacio Schengen a partir de marzo y, por tanto, todas las personas procedentes de ambos países podrán circular por toda la UE sin pasaporte.
Quisiéramos equivocarnos, pero este hecho será causa de nuevos y graves complicados problemas relacionados con el delito organizado, por un lado, y la inmigración, por otro.