Ahora resulta que Begoña Gómez lleva tiempo formalmente investigada por el juez Juan Carlos Peinado, como consta en el sumario que se ha hecho público. Es relevante que la mujer del presidente del gobierno tenía esa condición de investigada (antes imputada) desde la apertura del caso. Esto significa que desde el 16 de abril estaba en esa condición y que fue comunicada a Gómez el día 29 de ese mes. Todo esto es políticamente relevante hasta el extremo de constituir un asunto escandaloso porque significa que el 22 de abril, cuando Sánchez hizo la famosa carta en la que se retiraba durante 5 días para meditar si debía o no dimitir, dado que estaba siendo agredida su esposa, resulta que en realidad no existía tal agresión, sino un sumario abierto por un juez por unos presuntos delitos que incorporaban el tráfico de influencias.
Es del todo evidente que ante todo prevalece la presunción de inocencia y, por tanto, que la mujer del presidente esté en esta situación no determina en modo alguno una culpabilidad cierta, pero también debe asumirse por parte del presidente del gobierno las consecuencias lógicas de un hecho sin precedentes como éste y el escándalo e instrumentalización política que comporta.
El hecho aún toma mayor dimensión si se considera que la Fiscalía Europea está analizando los contratos públicos de las empresas que Begoña Gómez avaló por si hay motivos para que intervenga esta instancia europea.
Sánchez ha engañado deliberadamente a la opinión pública presentando como una agresión lo que es un procedimiento judicial. ¿Cómo puede hablar de enfangar y difamar si realmente está siendo investigada? El comportamiento lógico por parte del presidente habría sido asumir de entrada este hecho y reclamar la presunción de inocencia para su mujer y en ningún caso generar la campaña que promovió y que ha servido para polarizar más al país por su conveniencia.
Ahora, con perspectiva, se explica el hecho de que en ningún momento, a pesar de que Sánchez reiterase que sufría una agresión continuada y difamación, acudiera a la justicia para protegerse a pesar de que el Código Penal español tiene garantías más que suficientes para preservar el honor de las personas. También sirve para explicar, que no justificar, su pésima educación en el ataque de Milei, porque debió de tener información de que realmente la mujer de Sánchez tenía una causa abierta en un juzgado.
Esta derivada pone aún más en cuestión la forma de gobernar del presidente del gobierno, cómo supedita a sus estrictos intereses personales algo tan importante como es la relación con otro país, además de las características de Argentina a quien le hemos retirado la embajadora. Por cierto, que desde los ámbitos profesionales se considera que este acto es un fallo de Sánchez al declarar que era una retirada permanente. Si hubiera sido de carácter temporal no habría cuestión, pero al ser permanente significa que para volver a las relaciones normales será necesario enviar un nuevo embajador que necesariamente necesitará el plácet del gobierno argentino. Una trama innecesariamente envuelta por unos criterios desconocidos por los que el gobierno debería dar cuenta y justificar.
De hecho, el conocimiento de Sánchez del asunto de su esposa era tan evidente que cuando anunció su retirada para meditar ya había encargado al abogado defensor para afrontar la causa abierta. En concreto, el fiscal y ex ministro del interior junto a Rodríguez Zapatero, Antonio Camacho, quien dirigió un escrito al juez personándose como abogado de la defensa. Todo esto Sánchez lo ocultó.
La acentuación de la crisis del caso Koldo tras el informe de la UCO (Unidad Central Operativa) de la Guardia Civil acentúa el problema. Porque hay que recordar que en esta trama de los contratos de las mascarillas y los problemas que tiene ahora con la justicia Begoña Gómez, hay un personaje común que es el empresario Víctor Aldama.
La situación tiene aún otro efecto colateral sobre la fiscalía, a la que el juez Juan Carlos Peinado ya ha venido advirtiendo por su anómala presencia e insistencia, personándose en el asunto con Begoña Gómez en su juzgado. Es evidente que en este caso la fiscalía está actuando más como una instancia de la defensa que como el órgano jurisdiccional independiente que se supone.
Las ramificaciones de este asunto son muy grandes y convergen en un solo punto: la reiterada actuación engañosa del presidente del gobierno, que de esta forma acentúa un perfil que afecta a la virtud fundamental que debe tener un gobernante y que es la de la mínima credibilidad.
Es difícil entender cómo en estas condiciones, en las que se encuentra el presidente del gobierno, es posible que se produzca su continuidad.
🧐📢 ¿Qué esconde Sánchez? Mientras la esposa del presidente, Begoña Gómez, es investigada por la justicia, Sánchez manipula la narrativa pública. ¡Un escándalo de dimensiones mayúsculas! #PolíticaEspañola #Sánchez #BegoñaGómez Share on X