Una de las características del acuerdo entre ERC y el PSC, que ha llevado a Illa a la presidencia, es la sobrecarga ideológica y partidista, muy notable, que no se ajusta en nada a los discursos formales en el Parlament durante su toma de posesión. Las intervenciones de Illa, que denotan la voluntad de un amplio registro político para representar, en la medida de lo posible, al conjunto de la ciudadanía de Catalunya, choca abiertamente con el contenido del pacto que le ha hecho presidente.
Hay que leer el texto e ir desgranando los puntos que evidencian esta sobrecarga ideológica, para ver claramente cómo este pacto no expresa bien el sentido común de los ciudadanos de Cataluña. La diferencia entre el discurso externo de Illa y el contenido de los acuerdos es una manifestación más de la falta de credibilidad política, resultado de una clara discrepancia entre lo que se dice y lo que se hace.
¿Soberanía tecnológica catalana?
Uno de los puntos que llama la atención, por su falta de sentido común, se encuentra en el ámbito tecnológico. En referencia a la creación de una planta de producción de semiconductores, un objetivo positivo en sí mismo, se afirma que este paso es «clave en el camino hacia la soberanía tecnológica catalana». Si ni Europa puede aspirar a esa soberanía, resulta surrealista que el programa de gobierno de Catalunya lo haga. Además, el PSC ha firmado este propósito, alineándose con una visión claramente desconectada de la realidad.
Presión fiscal y educación diferenciada
No es menos importante el compromiso de mantener el impuesto de sucesiones y patrimonio en los tipos actuales y no deflactar el IRPF, a pesar de la inflación. En otros términos, Illa se ha comprometido a mantener la elevada presión fiscal que afecta negativamente a la competitividad de Catalunya.
Otro punto cargado de ideología es el acuerdo para mantener la no concertación de los centros que segregan por género en primaria y para acabar con los conciertos en secundaria. Este punto hace referencia al modelo pedagógico de la escuela diferenciada, que afecta a los derechos de los padres a escoger el tipo de educación para sus hijos.
Un enfoque sesgado del deporte
En cuanto al deporte, el pacto se centra exclusivamente en «potenciar la igualdad, mantener la apuesta por el deporte femenino y proyectar referentes deportivos femeninos». Todo lo que se dice sobre el deporte catalán se resume en este enfoque, mientras otras cuestiones cruciales, como las instalaciones, la difusión de los deportes minoritarios o los recursos para estas prácticas, son totalmente ignoradas.
Feminismo y familia en el centro del acuerdo
El acuerdo da especial importancia al feminismo, con el compromiso de mantener el departamento de políticas de igualdad, la creación de la red lila para la prevención de violencias machistas y la feminización de los cuerpos de seguridad y emergencia. Este último punto incluye reservar plazas de acceso y promoción para mujeres, lo que ha provocado ya discriminación en los Mossos d’Esquadra.
Sin embargo, esta agenda feminista contrasta con el abandono de otros sectores importantes, como la agricultura, ganadería, bosques o pesca, que reciben una mínima atención en el acuerdo, a pesar de su situación crítica.
De la misma forma, la familia es otro gran sector marginado. El acuerdo sólo hace una referencia a equiparar las familias monoparentales a las numerosas, ignorando completamente el problema de la baja natalidad en Cataluña y no ofrece ningún apoyo a las familias con hijos.
Todo ello presenta un fuerte sesgo ideológico que, de no corregirse, puede convertir esta legislatura en una prolongación del extremismo ideológico de ERC, aunque con Illa a la cabeza, quien intentará aplicar las políticas con más sutileza.