Entrevista con “masaje” de La Vanguardia en Sánchez

Este domingo, el director del diario La Vanguardia, acompañado de Lola García, realizó una entrevista primicia-“masaje” de tres páginas al presidente del gobierno. Ha sido la segunda tribuna que ha escogido para dar cuenta de la nueva fase política después de la entrevista en TVE.

La Vanguardia hace tiempo que resulta mucho más cómoda –comodísima– para el gobierno que El País, que, quieras o no, como intelectual orgánico de la izquierda, tiene sus propias tesis. Por ejemplo, tiene gente que se inclina más por Mélenchon que por Macron.

La entrevista está confeccionada con preguntas para que Sánchez pueda construir con comodidad el relato de lo que ahora toca hacer y creer:

  1. La economía va muy bien. Algo totalmente cierto si nos atenemos a los grandes agregados de crecimiento del PIB y del empleo, pero que deja de serlo si observamos la renta per cápita y la convergencia con Europa. Estamos frente a un crecimiento desequilibrado basado en la acumulación de trabajo de baja calificación producto de la inmigración, una inversión pública muy elevada y los fondos Next Generation. Todo esto señala problemas de presente y apunta a una crisis de futuro.
  2. La polarización asimétrica o la culpa es siempre de los demás. Sánchez, admitiendo que hay polarización, dice que la responsabilidad es del PP y Vox porque unos insultan y otros son insultados. Unos son victimarios y otros víctimas; él en primer término. Y todo esto nace de que no han asimilado lo que pasó con la moción de censura de julio de 2018 y el resultado de las posteriores elecciones de 2019. Es obviamente un diagnóstico muy excesivo porque, de hecho, Sánchez ha perdido muchas más elecciones de las que ha ganado y si gobierna es más por coaliciones heterogéneas que no por logros electorales. Tiene legitimidad parlamentaria, pero no de votos. Sigue insistiendo en dar cancha a Alvise, que sitúa al mismo nivel de PP y Vox.
  3. Presenta su nueva iniciativa de «regeneración democrática» , que dice que consistirá en transponer la normativa del Parlamento Europeo sobre libertad de medios de comunicación en el caso español. Veremos cuál es esta transposición y lo creativa que resulta. En cualquier caso, no quedan claros dos puntos cruciales: quién define lo que es información veraz o no, porque si es el gobierno, la democracia se acaba. Y también cómo se diferencia la información de la opinión, porque incluso en los grandes medios de comunicación hoy en día una cosa y otra van totalmente mezcladas. En el marco de la regeneración democrática también quiere modificar la actual legislación sobre el derecho al honor y la rectificación. Puede ser interesante, porque no es que España no tenga legislación completa sobre este capítulo, sino que la jurisprudencia desde la transición se ha dedicado a dar prioridad a la libertad de información sobre aquellos derechos cuando existe colisión entre ambos factores.
  4. Reitera la amenaza de sacar por ley el nombramiento de los altos cargos judiciales por parte del Consejo del Poder Judicial. Lo dejaría así desprovisto de una de sus funciones básicas. La cuestión está en cómo esto se haría y al mismo tiempo sería constitucional, aunque aquí, dada la composición del tribunal garante de la constitucionalidad, la manga puede ser muy ancha. En todo esto hay una pugna durísima por ver quién controla el nombramiento de los jueces.
  5. La Vanguardia hace unas preguntas más a medida cuando le formula si tiene “la tentación de que existe una campaña de linchamiento del fiscal general del Estado”, dando así por hecho que esta posibilidad existe, lo que no deja de ser una interpretación interesante , dado que el fiscal, Álvaro García Ortiz, con quien tiene todas los cirios montados es con sus compañeros de profesión y del Tribunal Supremo. Y claro, relacionar estos dos ámbitos profesionales con una campaña de linchamiento es bien atrevido por parte de Jordi Joan y La Vanguardia.
  6. Curioso es también que Sánchez afirme que hay lawfare, ¡pero, que lo hace el PP! Hasta ahora creemos que ese concepto se aplicaba sólo referido a los jueces que hacían políticas de justicia, pero está visto que en el imaginario sanchista no es así.
  7. Liquida el tema de la mujer sin mayores explicaciones y sin que los entrevistadores le pidan remitirlo todo a denuncias falsas, pero claro, esto resulta excesivo cuando incluso se ha personado la fiscalía europea. Sánchez sigue quitándose las pulgas de encima a base de no entrar en nada concreto. Niega, y esto puede traer cola, que cuando hizo la primera carta no sabía que su mujer ya era considerada como investigada. Pero claro, las informaciones judiciales señalan que por esa fecha la comunicación ya había llegado a la Moncloa, y bien Sánchez no se entera, o bien su mujer, algo insólito, le escondió el hecho.
  8. Sigue planteando el problema de que la mujer del presidente monte unos cursos que necesitan financiación de empresas públicas y privadas, que ella se encarga de gestionar, con el derecho a trabajar de su mujer, como si no hubiera otras opciones mucho más, digamos, elegantes, desde el punto de vista ético, de ir reclamando dinero a empresas; también a alumnos, y escribiendo cartas de recomendación. Y por si fuera poco, afirma que todo seguirá igual. Está por ver.
  9. Por último, gran traca, pañuelo y mascletá dirigidos a ERC, a la que le reconoce su gran liderazgo y su compromiso. Le otorga el mérito de los indultos y la amnistía, señala que habrá una mejora en el plan de la financiación para articular uno singular para Cataluña, pero atención, en el plan de la multilateralidad, es decir, del régimen financiero común. Y esto es absolutamente contrario a lo que dice reclamar ERC, la bilateralidad y la salida del régimen general.

El fin de esta historia de la negociación entre republicanos y socialistas, si se produce el acuerdo, será porque una de las dos partes quiere dejarse enredar.

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