La crisis sanitaria que provocó la Covid-19 puso de relieve la escasa consideración que merecía la vida de las personas mayores. A muchos de los que estaban en residencias les fue, por la vía de los hechos, denegado su ingreso hospitalario. Y aquellos que desde sus hogares acudieron a los hospitales, si tenían más de 75 años, no tenían acceso al uso de los respiradores reservados para personas más jóvenes, fuera cual fuera el orden de entrada.
Ahora se ha iniciado el proceso en comisión del Congreso de los Diputados para debatir la ley orgánica sobre la eutanasia, una legislación que vista la experiencia holandesa, un país mucho más riguroso en la aplicación de la ley, hace temer por la situación futura de las personas mayores. Pero es que además, la coalición de gobierno que promueve la ley ha presentado enmiendas a su propio articulado para hacerla mucho más laxa y menos garantista. Concretamente, estos son los cambios y las amenazas si logran ser aprobados:
- Los plazos para garantizar la conformidad de la víctima pueden desaparecer a criterio del médico. El plazo de 15 días entre la primera y la segunda petición puede desaparecer si así lo considera el médico y también podrá practicarla sin verificación previa, es decir saltándose el último plazo de 24 horas que se otorga al paciente para que decida si persiste o desiste a recibir la eutanasia.
- La decisión de morir podrá ser validada por cualquier documento previo que haya establecido la persona si ésta ya no se encuentra en el pleno uso de sus facultades: un testamento vital o documentos legalmente reconocidos.
- Si la situación personal o las condiciones de salud del paciente no se lo permiten, la solicitud puede ser fechada y firmada por otros medios que le permitan dejar constancia, o por otra persona. La única condición es que el enfermo esté presente. Es evidente que este punto junto con los anteriores abre la puerta a la más grande de las arbitrariedades, porque la presencia de una persona disminuida que ya no puede ejercer sus facultades no es garantía de nada.
- Todas estas circunstancias multiplican el riesgo cuando se considera, con la nueva enmienda, que la eutanasia además de en los hospitales podría ser realizada en el domicilio particular, es decir, sin ningún tipo de control público ni de otras presencias que no sean las del médico en cuestión y las personas cercanas al enfermo.
- La nueva ley, además, deja claro que la eutanasia en ningún caso será un delito, lo que dificultará sobremanera perseguir posibles incumplimientos de la ley, manteniendo un nivel de impunidad muy grande. ¡Aunque incumplas la norma no tendrán ninguna penalización!
- De manera insólita, además, la ley contempla la amnistía para todas aquellas personas acusadas de haber provocado la muerte a partir de una demanda real o figurada y obligará a los tribunales a revisar de oficio todas las sentencias condenatorias anteriores .
En este marco, la tentación de decidir por la persona afectada, sobre todo cuando ésta es mayor y tiene las capacidades disminuidas, es inmensa porque la impunidad también lo será.