Galicia es Galicia… lo demuestra el voto dual entre el electorado del PSOE y el BNG y la participación electoral distinta según sean unas elecciones autonómicas o generales. Pero la diferencia no es tanta como para negar una serie de evidencias que impactan de lleno en la política española.
Incremento de la participación no equivale automáticamente a un aumento del voto a la izquierda. Puede ser así, puede favorecer a la derecha, o mantener el equilibrio, como ha ocurrido en Galicia. La tendencia del voto joven más a la izquierda no tiene una clara traducción en los resultados, primero porque su participación es menor; y segundo, fenómeno emergente y cada vez más importante, porque el voto entre chicos y chicas está cada vez más polarizado: chicas hacia la izquierda, chicos hacia la derecha.
Victoria clara del PP; 5 mayorías absolutas seguidas. Algo insólito. Feijóo ha ganado pese a la aparición en campaña de una confusa intención de practicar el inducido con los independentistas catalanes. Rueda, el sustituto, ha quedado acreditado como titular. Es el nuevo presidente de Galicia, elegido con el mismo porcentaje de voto que lo fue Feijóo en las últimas elecciones, pero con una participación ahora mucho mayor.
Cada vez es más evidente el coste de la estrategia de Sánchez, que encamina al PSOE al autosacrificio. El hecho de presentarse como presidente de lo que el ex gurú Iván Redondo designa con un lenguaje “repipi”, como mayoría transversal plurinacional progresista, tiene como consecuencia el encogimiento progresivo del PSOE. El combustible que utiliza el presidente del gobierno para mantenerse en el poder consume las reservas socialistas. No sólo ha perdido mucho poder en el ámbito territorial sino que en todas partes. Galicia es una de ellas pero también en Madrid y en el País Vasco. Se configura como una tercera fuerza, no como alternativa.
En Galicia el PSOE, con sólo 9 diputados sobre los 14 que tenía, y el 14% de los votos, ha obtenido el peor resultado de su historia . Qué lejos quedan aquellos logros de principios de siglo cuando alcanzaba entre el 33 y el 31% de los votos. Pero es que, además, el batacazo ha sido de la coalición del gobierno porque Sumar de Yolanda Díaz ha mostrado lo que hace tiempo que se sospecha: que es una entelequia. Ni siquiera ha llegado al 2%. Ambas formaciones del gobierno de España no van más allá del 16% de los votos de Galicia.
La división de la izquierda no le ha perjudicado. La idea de que su fragmentación la debilita es teóricamente cierta, pero en la práctica cuando Sumar y UP apenas superan juntos el 2% de los votos puede considerarse que su incidencia es perfectamente marginal.
Sumar es una entelequia. Es una barbylandia política también con mucho color, pero con una limitación decisiva: el «empoderamiento» feminista de Yolanda Díaz no es, por razones obvias, el de Margot Robbie. Si al partido de la vicepresidenta se le quita la formación Mas Madrid y los Comuns en Catalunya, queda en la nada, como se ha visto en Galicia, con el agravante de que jugaba en un territorio donde Díaz ha hecho suya la carrera política.
Vox no se ha movido de sitio en porcentaje. Por tanto, ha crecido en votos por el aumento de la participación. Sigue fuera del parlamento gallego. Se puede consolar pensando que ha sacado varios votos más que la suma de los seguidores de Díaz y de UP.
Y ahora, antes del plato fuerte de las europeas, a principios de junio, vendrán las elecciones vascas, donde los populares se juegan poco y Sánchez mucho más, dado que los resultados y pactos posteriores para gobernar pueden desequilibrar el tablero de las alianzas.
Sánchez conduce el tren del poder como lo hacían los hermanos Marx a la conquista del Oeste. Para que la máquina de tren siguiera funcionando, iban introduciendo madera de los vagones, de modo que cuando finalmente llegan a la estación de destino todo el convoy ha desaparecido y sólo queda la máquina.
Éste es el camino que parece haber emprendido el PSOE. Irse reduciendo electoralmente como partido, en beneficio de que Sánchez vaya manteniéndose en la Moncloa. Pero claro, esto parece cada vez más pan para hoy y hambre para mañana, porque a toda esta dinámica de autosacrificio se le añade que mientras los populares tienen candidatos de repuesto, evidentemente Ayuso y Moreno en Andalucía, en el PSOE, la tierra de los sucesores está absolutamente seca. Sánchez ha regado con sal su propio territorio.