Tras cientos de miles de millones gastados (100.000 sólo entre 2020 y 2021) por la crisis de la Covid, pese a las excelencias cantadas a lo largo de la pasada campaña electoral, ahora convoca elecciones, y el arma principal de Sánchez y el PSOE es ¡que viene la derecha, que vienen los reaccionarios! Es un proyecto político muy pobre. ¿Dónde queda el autoelogio por su política laboral, por el empleo, por el escudo social, por la lucha contra la inflación, por la pregonada sostenibilidad, por su virreinato en Europa, por la fotografía en el despacho oval con Biden? ¿Por qué todo esto ya no es un argumento de peso?
Pues, a pesar de ser cierto y de haber elementos claramente positivos en todo el relato gubernamental ha habido mucho maquillaje que chocaba con la realidad vivida por la gente día a día.
Dos tipos de factores están bajo la alfombra de Sánchez
Uno, por el mal estar creciente que han provocado a la gente, incluso votante socialista poco dada a la crítica y a la movilización, las leyes que han liquidado instituciones que para muchos son decisivas. La nueva legislación sobre la escuela, los derechos de los padres, el aborto como derecho absoluto, la eutanasia, la destrucción del sentido de lo que es hombre y mujer, leyes impregnadas de fracaso como el “sólo sí es sí”, la ignorancia durante años y años de las necesidades de las familias… Todas estas cuestiones están latentes y han dado muchos votos al PP y sobre todo han ayudado al crecimiento de Vox. Éste es un elefante, que incluso el PP no quiere acabar de ver, que permanece bien visible por su dimensión bajo la alfombra y que seguirá pesando ahora y en el futuro.
Hay otra cuestión de carácter socioeconómico que desterra todos los intentos de alegrar la fiesta de Nadia Calviño. Es la realidad socioeconómica.
El índice de malestar económico que combina la inflación y el paro elaborado por el banco mundial señala que España es con mucha diferencia al ganador en Europa. Mientras que la media de la UE en 2020 estaba en 8,2%, el índice español subía hasta el 18,9% por encima de un país que aún permanece dañado como es Grecia con un 16,9%.
Estamos a años luz de uno de los países mejor posicionados, República Checa (3,6%) que, pese a este hecho, sufre crisis de gobierno. Era demasiado pensar que esto no tendría traducción y no le pasaría factura a Sánchez. Pero es que, además, mucho discurso social, pero los salarios en términos reales de poder adquisitivo no se han movido desde 2006. Los datos nominales sobre el empleo son oficialmente muy buenos, pero la realidad señala que lo que cuenta, lo que se paga y entra en el bolsillo del trabajador, las horas trabajadas, todavía están por debajo del 2019.
Y qué decir de la inflación de los alimentos. El mes pasado descendieron sustancialmente según el índice avanzado, pero atención porque la palabra bajar no corresponde a la realidad. Lo que ha pasado es que han crecido menos de lo que iban creciendo, por lo que todo es más caro hoy que en abril, pero con una velocidad de aumento menor que la de los meses pasados. Es un consuelo pero no resuelve el problema del bolsillo.
¿Y qué decir de los precios de las viviendas y las desafortunadas políticas definidas por el gobierno español, que todos los expertos consideran contraproducentes? Pero se trataba de hacer algo antes de las elecciones que pareciera propio.
Os diremos cuál es el problema central que años de gobierno progresista y feminista ni siquiera han abordado. El problema de las hipotecas y el coste de las viviendas está muy conectado con la liquidación de las cajas de ahorro y haber dejado campo libre al oligopolio de los bancos. Las cajas, mal que bien, facilitaban el acceso a ese bien esencial y construían pisos. Y todo esto ha ocurrido en la historia. Y ésta es la realidad.
Ahora bien, esto no significa que Sánchez deba ser derrotado inexorablemente en julio. Puede ganar porque ha convocado las elecciones, porque la pérdida de votos del PSOE, que está ahí, unos 400.000 en toda España, no le otorga un margen al PP lo suficientemente seguro como para acabar ganando y en eso confía Sánchez. De hecho, la derrota socialista es más de gobierno que de votos. Y el 23 de julio está demasiado cerca para que el cambio de timonel en municipios y autonomías se haga notar.
¡Qué paradoja! Al mismo tiempo que unas municipales hunden a Sánchez, las mismas elecciones celebradas en Italia encaraman al gobierno de Meloni y los Hermanos de Italia junto a sus aliados Fuerza Italia y La Liga.