Los resultados electorales en las circunscripciones catalanas y en particular en Barcelona, son los que permitirán formar gobierno a Sánchez porque la ventaja que logra en diputados sobre el PP se come buena parte de la victoria popular en el resto de España.
Los socialistas han ganado en escaños en pocas circunscripciones. Sevilla, Navarra, y para de contar, además de las tres catalanas, Barcelona, Tarragona y Lérida. Con esto está ya casi todo dicho. En votos también ha ganado en Girona, Cáceres y Badajoz y Las Palmas. En el conjunto catalán alcanza 19 escaños que marcan una diferencia de 13 con los populares y es esa cifra la que le permite incluso mejorar el resultado global del PSOE en relación al 2019.
En Barcelona la victoria ha sido abrumadora, 13 escaños, seguido de Sumar y el PP con 5 cada uno. La incapacidad de los populares en Cataluña es notoria y constituye un formidable impedimento para que este partido pueda gobernar en España. Pese a esta evidencia, los populares locales aún se jactan del gran éxito porque en Barcelona superan a ERC y a JxCat, que, por cierto, han hecho un resultado escandalosamente desastroso en esta circunscripción. Deberían hacérselo mirar.
De esta forma, Cataluña se convierte en la pieza fuerte del próximo gobierno Sánchez, si logra finalmente alcanzarlo, por lo que necesitará la abstención de JxCat. La potencia socialista se multiplica si añadimos a sus aliados de Sumar y al gobierno de la ciudad de Barcelona. De esta manera las dos primeras fuerzas catalanas son el PSC y Sumar. Éste es el resultado de la deriva independentista. Si bien la responsabilidad fundamental del bajón recae en ERC.
El PSC se ha beneficiado del miedo al anticatalanismo visceral de Vox, al derrumbe por segunda vez de ERC porque ya recibió un serio correctivo en las recientes municipales. En ambas ocasiones se ha visto una fuga importante de voto hacia los socialistas. También se ha beneficiado de la captación de voto de Cs, mostrando su perfil más moderado de la mano de Illa le ha permitido recoger la parte de voto de un sector de la burguesía y de las élites de siempre, que ven en el socialismo local un partido de orden, aunque después en una extraña dicotomía plasmen los gobiernos socialistas. Ahora Sánchez y antes Rodríguez Zapatero. Los comunes han logrado estabilizarse con 7 escaños en las últimas elecciones y, por tanto, parecen una opción que ya no depende del liderazgo de Colau, sino que ha fijado un perfil electoral propio.
La gran derrota ha sido para ERC, que pierde a 6 de los 13 diputados. Pese a ello, la comparecencia de la noche electoral vino marcada por el triunfalismo de Rufián, señalando que sus votos son muy valiosos en el Congreso. Cierto. El problema es que no saben transformar ese valor. Por eso han perdido tantos diputados.
ERC paga su inutilidad en Madrid y la pérdida de la ilusión independentista, que ha castigado a todo ese complejo electoral si bien en medida distinta.
Los segundos damnificados fueron la CUP que de 2 diputados pasaron a quedar fuera del Congreso. Aún no saben por qué. JxCat mal que bien, ha salvado los muebles porque es el que menos pérdidas ha registrado, 1 diputado. Y si consideramos la abstención diferencial del independentismo y el incremento de la participación, pues bueno, es lo de “virgencita, virgencita que me quede como estoy”.
En cualquier caso, el drama de la representación de los partidos de disciplina catalana es total. Sólo 14 diputados en Madrid. Deberíamos retroceder a 1982 cuando CiU (12) y ERC (1) sacaron menos. De hecho, durante muchos años CiU ella sola hacía mejor resultado que todos los independentistas juntos ahora. ¿No es hora de preguntarse si todo ello beneficia a Cataluña? Al menos en el País Vasco los partidos que sólo obedecen a los intereses locales siguen teniendo una clara mayoría pese al buen resultado socialista. Aquellos han alcanzado en las tres provincias vascas 5 diputados, los mismos que el PNV y 1 menos que Bildu.
Pero, incluso y tras el gran bajón, sacar pecho de estos partidos independentistas para maquillar la derrota facilita seguir alimentando el fantasma de la separación en Madrid.
Forma parte de este fracaso la incapacidad de Junts de ocupar el peso electoral que tenía CiU mientras que ERC se deshincha como un suflé. En el 2019 en las primeras elecciones lograron 15 escaños, en la repetición 13 y ahora ya se sabe, se han quedado con 7.
El baluarte catalán de la coalición de la progresía no se explica sin las grandes piezas mediáticas que juegan a favor sin contrapesos y marcan la diferencia. Es el caso del grupo Godó con La Vanguardia y RAC1, y cada vez más TV3 y Catalunya Ràdio, que ha aflojado en su cruzada independentista para ir asumiendo una posición mucho más cercana al poder socialista.
La pregunta final de todo ello es cómo quedan los intereses y las necesidades de Cataluña y de su gente en este nuevo escenario. Publicidad al margen, es cierto que todos los datos señalan que en los últimos años Cataluña viene perdiendo prosperidad y bienestar. Vive en un retroceso. Está por ver si esta tendencia se enmienda porque de prolongarse el daño será muy importante.
Un apunte más. El resultado electoral confirma, por si fuera necesario, que un gobierno como el de Aragonès con sólo una mayoría de 33 diputados en el Parlament es una anomalía que perjudica al país.