Al final, la profecía de Houellebecq en su novela Sumisión se ha cumplido, pero no en Francia, sino en Estados Unidos. Y no ganando el gobierno del país, sino una pieza menor, pero muy importante: la alcaldía de la ciudad de Nueva York, que tendrá un alcalde musulmán —además de muy joven (34 años) y socialista—, con un perfil absolutamente opuesto a las preferencias de los electores de Estados Unidos.
Cuesta creer que declararse musulmán, socialista y enemigo acérrimo del Estado de Israel, con claras derivas antijudías, sea una buena carta de presentación política. Pero así ha sido en la ciudad más importante de EE. UU. (y también la más distinta al way of life estadounidense).
La novela de Houellebecq Sumisión transcurre en una Francia del año 2022, en un contexto político imaginario pero verosímil. El país vive una fuerte crisis política, moral y cultural, y el protagonista, François, un profesor universitario, representa la decadencia espiritual y emocional del hombre occidental contemporáneo.
En las elecciones presidenciales francesas, el Frente Nacional (de extrema derecha) liderado por Marine Le Pen se enfrenta al Partido Musulmán, una fuerza moderadamente islamista encabezada por Mohammed Ben Abbes. Para sorpresa general, los partidos tradicionales se alían con el islamista para impedir la victoria de la extrema derecha, y Francia termina con un presidente musulmán.
Con la llegada al poder del Partido Musulmán, Francia experimenta una transformación cultural “suave” pero radical: las universidades pasan a estar bajo control islámico, las mujeres abandonan la vida pública y adoptan el velo, el desempleo masculino desaparece gracias a que las mujeres dejan de trabajar, la educación se islamiza y la Unión Europea se amplía hacia el sur, integrando países musulmanes.
Los ejes del relato son claros:
- La decadencia de Occidente, con una Europa agotada, sin ideales ni creencias.
- Religión vs. nihilismo, donde el islam ocupa el vacío que deja el cristianismo.
- Sexo, poder y confort, porque la conversión no se plantea por convicción espiritual, sino por conveniencia.
La “sumisión” tiene un doble sentido: es la traducción literal de “Islam”, pero también describe la actitud existencial del hombre moderno.
El nuevo régimen se presenta como racional, paternalista y pacífico: una “sumisión” voluntaria a un orden que promete estabilidad frente al vacío occidental. No parece que Mamdani promueva lo mismo, pero, de momento, los musulmanes con derecho a voto —que son bastantes en “La Gran Manzana”— lo han apoyado en bloque, junto con los antitrumpistas.
Los periódicos europeos —no todos, pero sí los liberales, es decir, los progresistas del otro lado del Atlántico— lo han celebrado como una victoria contra Trump y el resurgir demócrata. Se precipitan. El deseo les hace ignorar la realidad.
Las elecciones para la alcaldía de Nueva York, el 4 de noviembre de 2025, tuvieron un claro ganador: Zohran Mamdani (Demócrata y Partido de las Familias Trabajadoras), quien derrotó a Andrew Cuomo (Independiente, ex-demócrata) y a Curtis Sliwa (Republicano, sin apoyo de Trump).
La ciudad tiene 8.478.000 habitantes (estimación al 1 de julio de 2024) y 5.103.941 electores registrados. La participación fue alta, pero ¿qué significa realmente? Votaron 2.055.921 personas (39,91%), y Mamdani obtuvo el 50,39% de los votos, es decir, 1.036.051 sufragios.
Casi 8 millones y medio de habitantes, 5 millones de electores registrados y solo 1 millón de votos para Mamdani. Apenas el 20% del total.
Con ese ejército electoral no se puede llegar muy lejos, sobre todo cuando en Nueva York hay 750.000 musulmanes (algo más del 9%), 1.777.000 negros (20,2%) y 2.490.000 latinos (28,3%). Solo estos tres grupos representan cerca del 60% de la ciudad. No, esto no es Estados Unidos: el candidato musulmán, socialista y antiisraelí no significa el renacimiento del Partido Demócrata; más bien puede suponer un empeoramiento de su situación, por la polarización excesiva entre su izquierda y los centristas.
Lo que sí debería preocupar a los republicanos es que gran parte del éxito responde a la reacción frente al alto coste de la vida en la ciudad, la misma razón que dio votos a Trump contra Biden. Ese es el verdadero enemigo de la Casa Blanca: que el estadounidense medio no perciba mejora en su nivel de vida y alguien recoja con credibilidad el descontento. Lo demás, pasiones de una noche de otoño de la progresía desnortada, que ve en la “sumisión” la respuesta a sus propias contradicciones y crisis.
Y otra cuestión que pasa desapercibida: ¿cuántos alcaldes que no sean musulmanes hay en las grandes ciudades de los países islámicos? No digamos cristianos, sino simplemente no musulmanes. Ninguno.
En Occidente, tres grandes y emblemáticas poblaciones ya los tienen:
- Londres (Reino Unido) – Sadiq Khan (desde 2016, tercer mandato).
- Róterdam (Países Bajos) el mayor puerto de contenedores de Europa – Ahmed Aboutaleb (desde 2009, primer alcalde musulmán de una gran ciudad europea).
- Nueva York (EE. UU.) – Zohran Mamdani (electo en noviembre de 2025).
- Y alguna más de menor entidad.
El que quiera entender, que entienda.
La profecía de Houellebecq se cumple: la “sumisión” ya no es francesa, sino neoyorquina. #Houellebecq #Mamdani #NuevaYork Compartir en X


