Portada en los diarios catalanes. Gran anuncio de temporada. La inversión real en Cataluña en 2021 ha sido terriblemente baja. Sólo 740 millones de los 2.068 presupuestados. Deberíamos retrotraernos hasta 2015 y 2016 para encontrar magnitudes similares.
Reflexionamos sobre el escenario: el gobierno Sánchez depende como nunca de un partido catalán, ERC. De hecho es una de las pocas ocasiones desde la transición en que la dependencia ha sido tan decisiva. Podemos encontrar un equivalente en el Pacto del Majestic entre CiU y Aznar. La diferencia son las contrapartidas. A balón pasado, quienes eran oposición entonces, han criticado ese acuerdo. Sin embargo, cabe recordar que significó la desaparición de los gobiernos civiles, la consecución del traspaso de la policía de tráfico que el Estatuto de Autonomía no contemplaba, un nuevo sistema de financiación mucho mejor que el precedente, pese a su insuficiencia, la abolición del servicio militar y un gran paquete de traspasos. Todo esto iba en el programa de CiU y se hizo efectivo. Si se compara este hecho con los resultados de ERC, es necesario acudir necesariamente al pañuelo para detener las lágrimas.
El caso de la falta de realización del presupuesto es de los hechos más escandalosos, porque aquí no se trata de conseguir nada nuevo, sino de hacer cumplir lo que figura aprobado en los presupuestos del Estado. No se trata de un asunto nuevo, es el incumplimiento de la ejecución del gasto, y esto todavía hace mayor la incapacidad del gobierno catalán.
En los debates de los presupuestos se produce siempre el propio paripé. Grandes discusiones y al final se alcanza una cifra que es presentada como un éxito, como la del año pasado: ¡2.068 millones! Sin embargo, queda claro que esto no quiere decir nada porque apenas se ha realizado algo más de una tercera parte. Al mismo tiempo otras comunidades autónomas, Madrid, sin embargo no sólo ella, obtienen una inversión real que supera la presupuestaria. Simplemente, porque hay dinero disponible y la inversión prevista que no se realiza.
Sabiendo que todo esto sucede año tras año hace más de una década, la pregunta es por qué el gobierno no apalanca bien el cumplimiento. Pensar que hay una mano negra que evita desde Madrid que se hagan inversiones públicas en Catalunya es una tontería descomunal. Lo que existe es mayor o menor eficiencia de los funcionarios, mayor o menor vigilancia y gestión de las autonomías interesadas, buenos canales de comunicación entre ambas administraciones y, sobre todo, capacidad de remover los inconvenientes que una determinada inversión puede generar y que en Cataluña está a la orden del día.
Lo recordaba el editorial de La Vanguardia y vale la pena citarlo. No se han podido hacer las previsiones presupuestarias sobre la ampliación del aeropuerto, se produce un retraso crónico en los cinturones de la ronda del Vallès, en la ampliación del puerto, en la mejora de cercanías, en el nudo ferroviario del Llobregat y en las instalaciones de energía renovables, entre otras muchas. Hay una parálisis en el territorio porque hay fuerzas que se empeñan en no tocar nada. Hay otra parálisis en el gobierno de Catalunya que por razones electorales es incapaz de gobernar pensando en el futuro.
¿Cómo reivindicar más dinero si somos incapaces de afrontar la realización de aquellos recursos que tenemos? Es un problema grave que además desprestigia a Cataluña y al gobierno catalán y demuestra que sus representantes, tanto aquí como en Madrid, están más bien obsesionados en otras guerras que en conseguir que lo absolutamente necesario, como son las inversiones públicas, se pueda llevar a cabo en tiempo y forma.