El escándalo de la cruz de Sant Vicenç de Montalt y otras agresiones

Mientras el Papa Francisco era portada en los principales medios de comunicación del mundo por su histórico viaje a Irak, en un pequeño rincón de este mismo mundo se producía otra manifestación de la voluntad de agredir y cancelar la presencia cristiana.

En una pequeña y rica, por su renta, población de la Comarca de El Maresme, se liquidaba la cruz de piedra situada frente al templo parroquial. Su presencia era más bien modesta, pero su grave culpa era ser una cruz.

Por orden del alcalde Víctor Llasera de JxCat y por acuerdo del pleno se procedió a derribar y retirarla. El plenario de Sant Vicenç de Montalt vive en un estado de agitación permanente, de manera que hay casi tantos regidores en el grupo no adscrito como la suma de los diversos grupos que no son pocos, JxCat, ERC, PSC, Independientes, CUP i Primàries. En el actual mandato, la alcaldía ha pasado ya por tres alcaldes, los dos primeros del PSC, i el actual, Llasera que ocupó el puesto al verse obligado a dimitir el anterior por unos presuntos abusos sexuales.

Este es un escenario en el que los teóricos sucesores de Convergencia, al menos en sus votantes, se dedican a liquidar cruces de piedra del centro de la población. Y todo esto se hace sin una especial oposición por parte de ningún partido político y sí más bien con el entusiasmo de algunos.

Ha sido una decisión tomada por la comisión de gobierno sin pasar por el plenario, y practicada con alevosía aprovechando la reforma de la calle. De hecho, ni tan solo esta claro que el lugar donde estaba la cruz fuera de carácter público. Si no lo fuera, el Ayuntamiento habría cometido un delito contra la propiedad privada. La cuestión es si el plenario rectificará la fechoría.

Casi en el mismo intervalo de tiempo, algunas de las manifestaciones feministas del 8-M no tuvieron mejor idea que agredir con sus pinturas moradas diversas parroquias de Barcelona, con expresiones que, aplicadas a otros edificios y actividades, serían clasificadas como delitos de odio. No ha sido Barcelona el único lugar donde se han producido este tipo de hechos, sino que también se han dado en otras poblaciones de Cataluña. El feminismo que sale a la calle, o al menos una fracción de él, ve a la Iglesia como un enemigo a batir.

Todo esto define un escenario de intolerancia hacia una parte de los propios ciudadanos, nosotros, los cristianos.

e-Cristians ha formulado una declaración que interpela directamente  a los principales responsables de este clima. Dice así:

«Nos dirigimos sobre todo a los partidos que son mayoritarios, como PSC, ERC JxCat o que, sin serlo, tienen una presencia importante en las instituciones, como la Cup y Comunes, y también a las poderosas organizaciones feministas que no descalifican estas acciones realizadas en su nombre.

¿Qué democracia están construyendo cuando agreden institucionalmente los sentimientos y creencias de los cristianos, cuando para celebrar los derechos de la mujer «marcan» iglesias?

¿Qué dirían cuando lo que es valioso y símbolo de sus creencias mundanas se viera agredido o maltratado? Pues lo que no deseen para ustedes no lo quieran para nadie. Porque sólo bajo este principio se construye la democracia.

Respetar es vuestro deber. No fuercen más la crispación en un país que sufre y mucho a causa de la pandemia y la crisis económica.

Respeto!»

De hecho, la voz de e-Cristians, como en otras ocasiones, ha sido la primera y hasta ahora prácticamente la única en hacerse oír, confirmando que su nuevo lema “e-Cristians, la alternativa” responde cada vez más a la realidad.

Hay que reclamar al feminismo respeto hacia los católicos, y cuando no se da, mostrar su lado sectario y agresivo

Y en el caso de Sant Vicenç de Montalt la cruz debe volver a su lugar. Cualquier otra solución es un abuso y una  renuncia sin sentido.

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