El descenso económico de Catalunya

Si observamos la fotografía actual de la situación económica de Catalunya, podemos quedar razonablemente satisfechos. Es cierto que Madrid ya nos sobrepasa en el peso del PIB y que hace años nos superó en renta per cápita, pero aun así representamos el 19% del valor de la producción total española y el 16,2% de la población, lo que nos convierte en el segundo territorio en términos demográficos después de Andalucía.

Nuestro PIB per cápita es claramente superior a la media, 27.812 euros, un 17,4% más que la renta bruta española, lo que nos sitúa en cuarta posición.

Nuestro tejido productivo presenta una notable diversificación con un peso de la industria claramente superior al conjunto español, con un 16,2% frente al 12,1%. Pero ya podríamos realizar una primera observación, el declive industrial es un hecho porque la cifra actual se ha reducido notablemente y ya, comparados con Europa, no formamos parte del privilegiado grupo de regiones económicas industriales.

Una característica muy relevante es la capacidad exportadora porque el 31,2% de los bienes producidos tiene ese destino, casi 8 puntos más que la media de España. Esta fuerza se basa en la automoción (12%), productos farmacéuticos (8,2%) y los plásticos y sus manufacturas en la misma proporción. En relación al conjunto español exportamos el 40% del sector cárnico a expensas de las granjas de cerdos, y una cifra similar en productos químicos. Y aquí tiene un gran papel la petroquímica de Tarragona. También destacamos en textiles y maquinaria industrial, un 30% del total español.

Junto a la exportación existe otra actividad en la que también ocupamos el primer puesto, se trata del turismo internacional que aportó 21.319 millones de euros en 2019, el 23,2% del total.

Están claras las fortalezas de Catalunya y están las dos relacionadas con los mercados internacionales: exportación y turismo.

Pero este escenario fruto de la fotografía del momento presente no nos dice nada sobre la tendencia que se va observando desde hace años y que no es otra que una leve, pero continua bajada que señala un retroceso de Catalunya en relación al contexto español.

Esta dinámica negativa podemos verla relacionando el peso de la actividad económica en términos de PIB per cápita con el peso de la población catalana sobre el total español. Si consideramos un período suficientemente largo, el que va de 1990 a 2020, podemos ver cómo el PIB per cápita relacionado con el español ha ido decreciendo. Si en el año inicial, en 1990, significaba el 120,9% de España (España=100), en 2020 se había reducido a 107,4%. Al mismo tiempo, la población había crecido significativamente. Ahora representamos el 16,2% de la población del estado y en 1990 éramos el 15,6%.

Con estos datos podemos considerar que paso a paso Catalunya se va aproximando a la media española, algo que no sucede con el caso de Madrid.

Por otra parte, nuestra población crece más que la española, pero esto no significa un aumento de la producción en la misma proporción y este hecho señala otra característica: una ligera y continuada pérdida de productividad, que seguramente es consecuencia del gran peso del turismo y de la lenta pérdida del sector industrial, que todavía no registra con suficiente intensidad la desaparición de Nissan y el problema que se cierne sobre Seat, que en definitiva son los que de una manera determinante hacen que el sector automovilístico sea el primero de los ámbitos exportadores de Catalunya.

Este hecho de perspectiva larga, porque hemos observado 30 años, puede verse en alguna medida reflejado en dos características.

Las curvas de actividad económica son prácticamente calcadas de la media española no hay diferencias sustanciales observemos lo que observemos, las ventas minoristas, las exportaciones de mercancías. Podemos ir ligeramente por encima en un tipo de registro, por debajo en el otro. Pero el comportamiento está calcado.

Por otra parte, como ocurre en el conjunto español, nuestros importantes crecimientos de PIB en 2021 (5,6%) y 2022 (4,7%), todos ligeramente por encima de España, son en realidad un efecto rebote de la gran caída provocada por la crisis de la covid en 2020, en la que Catalunya redujo su PIB respecto al 2019 en 12 puntos. La consecuencia es que estos importantes niveles de recuperación no han permitido todavía situar el PIB catalán al mismo nivel que teníamos en el 2019. Ahora estamos todavía al 99% y no será hasta entrado el 2024 que nos recuperaremos claramente del descenso covid.

Este hecho, a su vez, debe relacionarse con el buen dinamismo del mercado laboral que ya presenta cifras por encima de las que existen antes de la covid. ¿Qué significa esto, además de que sea una buena noticia que haya más trabajo para todos? Pues nos confirma que nuestra productividad decae dado que hay más personas trabajando que en 2019, pero la productividad es menor que la de ese año. Está claro que para sacar una conclusión clara deberíamos observar, no los ocupados, sino, las horas realmente trabajadas y entonces veríamos que el empleo incorpora cierto punto de ficción porque hay más gente trabajando pero con menos dedicación laboral.

El consumo y la producción industrial tampoco se han recuperado todavía plenamente del bajón postcovid y se encuentran en un nivel inferior, respectivamente, del 6,4% y del 2,1%.

En todo caso, un dato muy positivo es que el paro en Catalunya se sitúa ya claramente por debajo del 10% de la media española. En el tercer trimestre de 2022 era 9,3%, mientras que el español era de 12,7%. Está claro que si miramos el contexto nuestra buena posición se relativiza, porque vamos detrás de Baleares (5,8%), La Rioja (8%), País Vasco (8,3%), Cantabria (8,6%) ), Castilla y León (8,9%), Navarra (9%) y Aragón (9,1%). Por tanto, bueno pero no para tirar cohetes.

Por si sirve, apuntamos que la potente capitalidad española está dos puntos por detrás de Catalunya en materia de empleo, con un 11,3%.

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