El desaguisado de Barcelona: lo quieren todo y mal

Éste podría ser el signo del mandato Collboni: tocar todas las campanas, ir a la procesión y hacer más ruido que música. El último hecho espectacular es el despliegue de vehículos de Fórmula 1 y 2 en el Passeig de Gràcia con una celebración ruidosa, contaminante y de gran éxito de público, dicho sea de paso, porque asistieron 38.000 personas.

Hemos pasado de los ejes verdes y de castigar a los coches con el urbanismo táctico a la celebración de la borrachera del motor, que es la Fórmula 1 en una exhibición que nunca se había visto. Humo, ruido, derrapes, neumáticos ardiendo: todo es poco para llevar el espectáculo a la calle de la ciudad como si ésta fuera un gran escenario. Todo sea por demostrar el compromiso de Barcelona con la Fórmula 1.

Al lado, algo más de 200 personas contrarias al hecho se manifestaban ante la ignorancia generalizada. Collboni, en la línea de sus predecesores de marca socialista, considera que el mejor sistema para ganar elecciones es mantener la ciudad animada con grandes eventos. Desde los Juegos Olímpicos, esta ha sido la tónica, pero está claro que lo que en un inicio podía ser una buena idea, ahora, con el alud turístico, el cambio climático y la lucha contra la contaminación, querer convertir Barcelona en un falso paradigma de ciudad verde no encaja y todo chirría de una forma espectacular.

Es una vieja fórmula, la del “city marketing”, pero cabe decir que ya no es de este tiempo ni da respuesta a las necesidades de los barceloneses.

El pasado 16 de junio, en el diario El País, Ada Colau cargaba contra Collboni en un muy duro artículo “Barcelona sin modelo”, en el que ponía de relieve la contradicción de haber sido su socio minoritario durante dos mandatos y ahora frenar el que Colau considera políticas de éxito, como la supermanzana. » En un año, Collboni ha reanudado recetas del pasado y deja la ciudad en manos de la inercia neoliberal«. Algo de razón tiene Colau, no precisamente por sus logros, pero sí, con este seguir el viejo modelo socialista de hacer ciudad (Copa América, Fórmula 1, desfiles de moda) y al mismo tiempo mantener el eje de Consell de Cent, el surrealista carril bici de la Vía Augusta y celebraciones a toda máquina.

Desbordados por el turismo, se siguen forzando grandes campañas internacionales para atraer a turistas. Quieren todo, pero quieren mal. Mientras, la ciudad sigue necesitando una política rigurosa que dé respuesta a los problemas que se acumulan.

La vivienda permanece estancada, y la construcción residencial no cubre la demanda y las necesidades crecientes. En el primer trimestre de 2024 sólo se han comenzado 285 viviendas. Es una cifra muy pobre por lo que necesitamos e, incluso, por lo que se estaba haciendo, porque 2022 se cerró con 2.518 viviendas empezadas.

Tampoco sabe resolver el problema generado por el alud de pisos turísticos. Booking sigue publicando anuncios de las mafias de pisos turísticos irregulares y se considera que todavía hay 16 grupos organizados en activo. El problema de la vivienda se complica aún más por este hecho y el gobierno de Collboni sólo logra mostrar su impotencia.

Finalmente, parece que ha asumido, aunque mantiene las grandes promociones turísticas, que Barcelona vive una peligrosa saturación turística, pero el llamado plan para paliarla es un nada. No establece límites y lo fía todo a una amable campaña de concienciación. En realidad, lo que hacen es añadir más carteles, más anuncios, más de todo para demostrar que se hacen cosas sin nada. Es la esencia del “city marketing”: aparentar y pelota adelante.

A estos tres problemas se le añade un cuarto, como es el de la falta de taxis, que se incorpora a la saturación que registran las líneas de buses que utilizan los turistas. Barcelona, ​​que tenía un buen servicio de taxis, le ha perdido, y es un agujero negro más de todo este proceso de degradación de la vida de la ciudad, en la que los barceloneses son los comparsas de un gran escenario que alimenta negocios y actividades económicas, pero que sirve mal al bienestar ya la prosperidad de sus habitantes.

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