El confinamiento puede contribuir a detener el coronavirus, pero también a acelerar la radicalización en línea

Con más de una tercera parte de la humanidad confinada en su casa, cientos de millones de personas hacen aumentar de forma notable el consumo de Internet. Lo que no sólo hace incrementar el tráfico de lugares de ocio como Netflix, sino también de todo tipo de investigaciones e intercambios relacionados con noticias falsas, teorías de conspiración e ideologías extremistas.

Como Nikita Malik, director del centro sobre la radicalización y el terrorismo de la Henry Jackson Society de Londres explica en Foreign Policy, la actual crisis sanitaria del Covid-19 supone una gran oportunidad para una multitud de grupos extremistas de todo el mundo.

Como sucede en todos los tiempos de crisis, los extremistas explotan los miedos, angustias y dudas que millones de personas sienten con el fin de llegar a una audiencia más vasta y ganar adeptos.

Varias organizaciones gubernamentales y no gubernamentales trabajan en colaboración con las empresas de redes sociales para detectar y eliminar contenidos de apología del terrorismo. Según Malik, el 98% de este material se consigue retirar antes de que ningún ser humano lo haya podido ver.

Como el experto afirma, el problema principal se da sin embargo con contenidos que no son explícitamente terroristas o extremistas: lo que él llama «el área gris». Es en esta zona donde el terrorismo prospera y donde el debate sobre la libertad de expresión interviene.

Los que cargan este contenido «gris» en Internet saben perfectamente que hay un elevado grado de probabilidades de que no sea eliminado. Por ejemplo, en vez de publicar un vídeo que explique que el Holocausto no existió, puede debatir su magnitud para intentar minimizarlo. Y aprovechar para lanzar varias indirectas según las cuales fueron los judíos lo que exageraron la dimensión de la tragedia por sus propios intereses.

En plena epidemia del coronavirus, el análisis de las investigaciones realizadas en YouTube muestra un pico de vídeos relacionados con el día del Juicio Final y la yihad. Para los yihadistas, los vídeos suelen orientarse en el mismo sentido: el virus Covid-19 es un castigo de Allah. Estado Islámico ha incluso advertido a sus seguidores de «no entrar en la tierra de la epidemia». Hay otros islamistas que afirman que el virus es un producto norteamericano y judío para reducir la población mundial.

Además, muchos de los vídeos dan informaciones médicas abominables. Por ejemplo, varias publicaciones en las redes sociales en Irán muestran a gente lamiendo los muros de lugares santos del Islam chií. Un activista egipcio residente en Nueva York llamó a sus compatriotas a infectar a propósito a los miembros de las fuerzas de orden y empleados públicos.

En el otro extremo, encontramos grupúsculos de extrema derecha que acusan igualmente a los judíos o piden a sus seguidores que si contraen el virus, se paseen por mezquitas y sinagogas. El contenido racista contra los asiáticos también abunda.

Nikita Malika pide a los gobiernos y empresas tecnológicas que hagan un esfuerzo especial en este tiempo de epidemia para combatir esta desinformación en las redes sociales, que puede, como el virus ya está haciendo, causar dramas que se podrían haber evitado o reducido.

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