Progresivamente España y Cataluña han ido mejorando su tasa de vacunación. La última cifra de acuerdo con el Our world in data la cifra española se sitúa en un 1 las dosis aplicadas por 100 habitantes. Es realmente una cifra baja muy lejos de la de Israel del 22,3%. Pero también a distancia del Reino Unido con un 4,2 y EEUU con un 2,8%. Italia también nos avanza con un 1,3%, pero aun así es una magnitud mejor que la de la mayoría de países europeos, incluso que la de Alemania con un 0,8%, y ya no digamos que Francia que de momento ha tenido un comienzo absolutamente nefasto con un 0, 33% de dosis aplicadas.
Pero con esta cifra no se puede garantizar una mínima normalidad para la temporada de verano. Hay que considerar que nos estamos refiriendo a las dosis y que, dado que estas son dobles para ser efectivas, en realidad significa que a 12 de enero sólo se ha vacunado en España al 0,5% de las personas. A este ritmo, incluso aunque se doblara, llegaríamos en verano muy lejos del 60% de población vacunada, como mínimo, que necesitamos para que haya una cierta inmunidad de grupo, más cuando no está nada claro que la vacuna que protege al vacunado, sirva para impedir que éste transmita la enfermedad si ya estaba infectado. En Cataluña, Sanidad se jacta de haber vacunado a 16.229 personas en un día y que ya son más de 50.000 las personas vacunadas en dos semanas. Hay que decir que con estas cifras nos plantaríamos en el mes de julio con poco más de 300.000 catalanes inmunizados (nos referimos a personas y no a dosis). Y que en enero de 2022 a duras penas llegaríamos a los 700.000 catalanes. Ante una población de 7,4 millones, aunque descontamos los niños y los inmunizados de forma natural, es evidente que estaríamos lejísimos de los 5 millones de personas vacunadas que necesitamos para estar en unas condiciones de seguridad razonables.
No deja de ser una paradoja que después del esfuerzo y el coste que significa disponer de vacunas en un tiempo récord, la mayoría de países, y España en primer término, no esté desplegando una movilización extraordinaria para vacunar. El ejemplo de Israel es patente. Pero también lo es el esfuerzo de otros países como Gran Bretaña y EEUU. El ritmo actual de vacunación está lejos de considerar que vivimos en una situación de emergencia vital y económica, con muertos que crecen cada día y que ahora ya significan, contados de manera estricta, más de 1.200 por cada millón de personas, al tiempo que la economía continúa absolutamente postrada y nuestra dependencia del turismo nos hace particularmente sensibles a lo que suceda en abril y los meses de verano.
La conclusión es clara: o el gobierno español y los autonómicos, pero sobre todo el primero que es el que tiene los medios, se ponen las pilas o una gran parte del 2021 volverá a ser un año negro.