Desafección política en Cataluña: la mitad de los ciudadanos no confía en ningún partido

El último barómetro del Centro de Estudios de Opinión (CEO) de la Generalitat ofrece mucha más información de la que han destacado los titulares habituales centrados en las estimaciones electorales. Precisamente eso —las encuestas de intención de voto— es probablemente lo menos relevante en un contexto sin elecciones a la vista, que relativiza por completo estos datos. Lo verdaderamente importante del estudio está en otra parte, y merece una lectura detenida.

Un dato particularmente revelador tiene que ver con la percepción de la política como uno de los principales problemas de Cataluña. Por otra parte,  la encuesta formula una pregunta clave: ¿quién cree usted que está capacitado para resolver cuestiones como la convivencia, la gestión de servicios, el crecimiento económico, la seguridad o la desigualdad? El resultado es, sencillamente, demoledor: la opción mayoritaria es “ninguno”.

Cerca del 30% de los encuestados considera que ningún partido político está preparado para hacer frente a los principales retos del país. Y si sumamos al 16% que responde que lo desconoce, casi la mitad de los ciudadanos con derecho a voto no encuentra en la oferta política actual una respuesta a sus necesidades concretas.

La única excepción parcial es la pregunta sobre la gestión de las relaciones entre Cataluña y España. En este caso, el PSC obtiene un 26% de apoyos como partido capaz de liderar este ámbito. Aun así, esta cifra apenas supera a quienes creen que ningún partido puede hacerlo (27%) y, sumados a los indecisos, el porcentaje de desconfianza roza también el 50%.

Otro dato estructural del barómetro: el 50% de los catalanes considera que la situación política actual es “mala” o “muy mala”, frente a solo un 23% que la califica de buena o muy buena. No es un dato puntual ni coyuntural, sino el reflejo de una percepción prolongada de degradación institucional.

Como posible alivio, se podría señalar que en ediciones anteriores los datos eran aún peores. Pero el consuelo dura poco: al preguntar sobre la evolución futura, el 46% cree que la situación seguirá igual (es decir, igual de mala), y un 26% anticipa que irá a peor.

Claro que podemos encontrar consuelo si miramos hacia España: un 68% considera que la situación política española es mala o muy mala, y solo un 13% la valora positivamente.

En este contexto, resulta paradójico que se cuestione la necesidad de convocar elecciones. ¿Cómo se regenera sino una democracia en la que la mitad de los ciudadanos no cree en ninguna fuerza política, y donde los gobiernos se sostienen con mayorías cada vez más frágiles?

Después nos preguntamos por qué la democracia no funciona ni ofrece resultados. Pero para que una democracia funcione, necesita estar viva (contar con una buena participación de ciudadanos informados), sana (no estar carcomida por la partitocracia y la corrupción)  y confiable (estar convencido de que lo que dicen acostumbran a cumplirlo). Y no es el caso.

¿Quién puede arreglar Cataluña? La mayoría responde: nadie. La democracia enferma no da resultados. #CrisisPolítica #Desafección #CEO Compartir en X

Donada la volguda ambigüitat del pacte sobre finançament singular de Catalunya, creus que a l'hora de la veritat aportarà avantatges significatius?

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